Amadeo
De Valiante
Siempre he
pensado que el cine documental uruguayo debería buscar entre sus personajes a aquellos nombres que, dadas sus
peculiaridades, pudieran interesar al mercado internacional, que de eso se trata
el cine como industria rentable.
Lamentablemente no es así.
Quedan entonces historias como la del “Tesoro
de las Massilotti”, verdadera metáfora de nuestro sentir nacional: buscar una
supuesta fortuna enterrada que nos hará ricos y nos resolverá todos los
problemas y que ya se hubiera convertido en película en otro país.
El
Uruguay tiene varios personajes
apasionantes que han pasado a las cajas del olvido y allí quedarán, tal vez,
para siempre. Algunos se han rescatado,
como la poeta y mecenas Susana Soca, en un atendible trabajo de cuatro egresadas de la Universidad Católica, pero es
una excepción.
Un reciente
encuentro montevideano de
documentalistas demostró el interés internacional en estos productos que
ofrecen posibilidades económicas reales. Hay necesidad de “contenidos” en los
circuitos mundiales y esta puede ser una veta perfecta, aún por explorar
localmente.
¿Por qué
ningún documentalista de nuestro medio ha trabajado sobre personalidades de
ribetes casi irreales como Abdón Porte (que se suicidó en medio de una cancha
de fútbol - en una película argentina de
antaño se recoge la anécdota-), André Giot de Badet (merece nota en “solitario”)
o quien hoy nos ocupa, el modista Amadeo De Valiante?
Amadeo, un adelantado.
No supe de su
existencia hasta hace 15 años, cuando revisando la Revista “ANALES”
correspondiente a Noviembre de 1940 me encontré con una nota de dos páginas con
este titular: “La nueva y artística sede
de un modista prestigioso, Amadeo De Valiante”.
En otros
números pude ver sus publicidades- a
toda página- que nada tenían que envidiar a las de Chanel de esos mismos años (1935/ 1955) o aún mucho
después.
Una modelo
hierática, fotografiada de cuerpo entero, con un vestido de fiesta y la
leyenda: “Amadeo De Valiante”. Publicidad
minimalista “avant la lettre”.
Es tal el
impacto visual que produce la propuesta de este adelantado del marketing que decidí investigar más desde el programa de radio que
tenía entonces.
Pedí a “personas
hubieran tenido contacto directo con De
Valiante” que me llamaran para contarme de él.
La respuesta
fue inmediata, y una decena de ex
clientas o hijos y nietos de ellas contestaron el pedido y pude así ir reconstruyendo “a retazos”,
una historia que nunca logré
terminar, porque ya no queda- por
razones del tiempo pasado- mucha gente que pueda contarla desde la vivencia directa,
que es lo importante en estos casos.
En Internet,
esa especie de gigantesco diccionario universal sólo hay
3 menciones a De Valiante: La venta de uno de sus vestidos en e-bay y
dos comentarios sobre una exposición de
moda uruguaya a través del tiempo que se realizó en Punta Carretas Shopping (septiembre de 2008) y
que incluyó una de sus creaciones.
Me llamó
incluso la sobrina de Amadeo, la señora Velia Fiore Valiante, quien confirmó varios de los datos que me
habían contado las clientas.
Fue
enormemente generoso, su casa siempre estaba abierta a la llegada de amigos y
sus cenas para una docena de personas o más eran cosa casi diaria.
Velia contó emocionada, “Le debo la vida, porque mis padres se
divorciaron cuando yo tenía dos años y yo me hubiera muerto de hambre si tío
Amadeo no hubiera gastado un dineral en mí. Lo gastó con gusto”.
Siempre fueron trozos aislados que iban
armando una personalidad que tuvo un peso enorme entre las señoras y señoritas montevideanas
durante treinta años de la moda en esta ciudad.
Un tesoro guardado y olvidado
Hasta donde
pude averiguar, nadie ha escrito aún la
Historia de la Moda en el
Uruguay , donde De Valiante merece un lugar de privilegio.
En una ciudad
como Montevideo donde vivió y trabajó Madame Grés (aquí la llamaron “la reina
del plisado”) quien tuvo su atelier sobre la calle Rincón casi
Juan Carlos Gómez según me contó el periodista Ramón Mérica que la entrevistó
muchos años después en París y donde muchas más mujeres de las que podemos
imaginar hoy, compraron diseños originales de Dior, Chanel, Balenciaga o Jean
Patou , a nadie se le ha ocurrido buscar en forma sistematizada esas piezas, rastrearlas, clasificarlas, estudiarlas,
exhibirlas en una muestra permanente a nuevos/as creadores/as y público
general.
La moda no es una frivolidad, es un retrato de
época, y en el mundo se llenan museos con muestras de este tipo.
Pude
comprobarlo directamente cuando la talentosa Soledad Capurro, en su calidad de
curadora de la muestra “Espejito, ¿quién
es la más bella? realizada en abril/ mayo de 2007 en el CCE, mostró
verdaderas joyas del diseño, incluyendo
dos Dior auténticos pertenecientes a señoras uruguayas.
Por esa
exposición pasaron más de 6000 visitantes en menos de dos meses...
¿Cuánto más
puede encontrarse perdido en placares de madres y abuelas uruguayas? Un tesoro
oculto y desconocido, guardado- tal vez- para siempre.
El misterioso señor Valiante
Nunca pude saber con exactitud ni cuándo ni
dónde nació, pero los datos obtenidos permiten
pensar que fue en Montevideo -de padre
inmigrante italiano- entre 1896 y 1900 y que fue autodidacta.
Hay
documentación probatoria (los avisos en prensa) de que ya tenía una buena clientela en la
segunda mitad de los años 20 lo que indica que trabajó desde muy joven.
Héctor Ángel
Estradé Artola a quien entrevisté en aquella ocasión (1994) me contó
“Yo tengo ya más de 70 años y mi recuerdo de
De Valiante se remonta a los años 1929 o 30. Mi abuela y mi madre eran
clientas de él y yo como niño las acompañaba, era un paseo para mí. Era una
casa de altos, una escalera muy agradable y tenía una clientela muy selecta…”
También logré
saber que tenía el cutis cetrino, pelo
con pequeñas ondas que cubría con gomina y que vestía con una elegancia destacable hasta
en el más mínimo detalle.
Gustaba
pasearse con sus infaltables perros
galgos por la Plaza Matriz, siempre de buen humor, dando la mano izquierda en
lugar de la derecha al saludar, un gesto frívolo que le caracterizó.
En el dedo
meñique de la mano derecha lució por años un brillante de subido valor.
Su nombre
real, Amadeo Valiante, el “De” fue un
aditamento propio que sin duda lo hacía “sonar” mejor.
Una buena
“grifa” para el mundo de la moda.
Su
especialidad eran los vestidos de fiesta, los trajes de novia y los de quince
años. Pero también- a pedido- realizó “disfraces” para niñas de los años de 1930
y 40, siendo muy recordadas sus réplicas
de “Las Meninas” que le valieron premios y halagos varios.
En su
casa/atelier de la calle Juan Carlos Gómez ofrecía desfiles de sus modelos que
eran verdaderas fiestas de la belleza femenina y decenas de uruguayas “paquetas” de entonces
pugnaban por una invitación que estaban reservadas sólo a “amigas de la casa”.
Antes estuvo
instalado por años en una casa de la
calle 25 de Mayo con un suceso tal que lo llevó a poder comprar la casa de Juan
Carlos Gómez.
Trabajaba directamente
sobre la clienta con la tela, y acompañado únicamente de la Primera oficiala y
unos alfileres, cortaba el vestido en el momento.
Incursionó en
los diseños de raíces étnicas (bordados a la usanza eslava, por ejemplo, como
se pudo ver en la exposición de Punta Carretas), fue a la vez un pionero y un audaz.
Sabía perfectamente
lo que hacía aunque fuera a pura intuición.
Fue muy amigo
de otro nombre interesantísimo, Tufik Acle, quien le proveía de la mayoría de las lujosas
telas que utilizaba. Muchas de ellas traídas especialmente para él desde los
lugares más lejanos del planeta.
Los avatares
de la vida, las variantes económicas, el cambio de costumbres, hicieron que aquellos esplendores de antaño
fueran diluyéndose, mermando la economía de Amadeo que alcanzó su cenit a mediados de
los años de 1940.
Algunos “deslices
personales”- muy bien guardados ante su
clientela- también hicieron mella.
Una relación
otoñal, que devino en un “amor
mal avenido” en su madurez, también le hizo perder mucho dinero.
El final estaba cerca. Eran los años inmediatamente posteriores
a Maracaná.
El Uruguay ya
era otro, los cambios en la sociedad eran aluvionales.
Siempre lograba salir de esos difíciles
momentos desde su empecinado optimismo vital.
La frase que reiteraba a sus amigos era, “denme una tela, alfileres, tijeras, hilo y agujas y saldré adelante”.
Una muerte a su medida
Amadeo De
Valiante murió en 1955 regresando en avión desde Paris.
Al llegar a
Carrasco, los otros pasajeros bajaron y él quedó a bordo, como dormido en su
asiento, estaba muerto.
Sobre la
falda, llevaba un estuche de cuero en el que transportaba siempre sus joyas
(gemelos, añillos, alfileres de
corbata…) que había sido vaciado por alguien que iba en el avión…Se catalogó el
deceso como “sincope cardiaco”. No hubo investigación alguna del hecho que se
dio por cerrado de inmediato.
Tan solo una
breve nota necrológica, más por lo del “muerto en el avión”, que por su pasado creativo, dio cuenta de su final.
Hasta hace un
par de años aún vivía (con más de cien años) en un retiro religioso para
personas mayores, quien fuera por años su primera oficiala y su mano derecha en
el atelier.
Pese a su
edad seguía “cortando ropa para niños y bebés” con fines benéficos, como me
confió una antigua clienta de De Valiante. Intenté verla y entrevistarla. No
pudo ser.
Ahora, al
volver sobre las fotos que quedaron publicadas en la revista ANALES siento esa imperiosa
necesidad que a veces tenemos los
periodistas por saber más de alguien como Amadeo De Valiante, amo y señor de la
moda por tres décadas, en una ciudad
como Montevideo que- aunque hoy cueste creerlo- supo ser elegante y creativa
hasta el esplendor.
Copyright © EM
Para la realización
de esta nota se contó con los testimonios (grabados en 1994) de: Velia Fiore
Valiante, Olga Barcia, Ana María Rebello, Alice Mir de Sanguinetti y Héctor Ángel Estradé Artola entre otras personas que prefirieron
no dar sus nombres públicamente. Un agradecimiento muy especial a mi querida amiga Teresita Baquè de Vaeza Belgrano por las muchas informaciones brindadas en largas charlas. Vaya esta nota en su recuerdo.
Las ediciones consultadas de la Revista ANALES,
Montevideo, son del periodo 1925 - 1952
Grifa original en un vestido de inspiración étnica diseñado por Amadeo de Valiante c.1940