viernes, 17 de enero de 2014

El prestigio cultural de las lágrimas



Resulta sorprendente que haya tan poco estudio publicado sobre las lágrimas y que una vez que nos ponemos a pensar en ello surjan las más interesantes consideraciones.
La publicación de “El llanto. Historia cultural de las lágrimas” de Tom Lutz (por parte de Taurus) viene a llenar un vacío.
Es curioso y comprobable saber  que en el cine,  los malos –generalmente- no lloran pero si ríen.
El llanto está reservado para los personajes buenos o sufrientes.
El misógino de  Oscar Wilde escribió “El llanto es el refugio de las mujeres feas pero la ruina de las bonitas”.
En algo tiene razón.

Llanto femenino, llanto masculino
 Muchas veces hemos escuchado a mujeres (hoy sobre todo, las mayores) decir “he llorado tanto…” como si esas lágrimas les redimieran de todo y marcara una elevación en la consideración de quien recibe la frase.
En “Los muchachos no lloran” (1999) Hilary Swank era una chica que quería ser chico y pagará con su vida su decisión.
El título de la película era toda una declaración de la que hemos escuchado hablar todo el tiempo: LOS HOMBRES NO LLORAN.
Vaya uno a saber a quién se le ocurrió semejante mamarracho porque los hombres lloramos aunque-justo es decirlo- no hacemos ostentación de ello.
Hoy “podemos llorar porque nos da la gana, verter todas las lágrimas que sean necesarias o hacer de nuestras palabras lágrimas, porque el llanto es para cualquier persona un acto natural que encierra diversas emociones y pensamientos”.
Digamos que en los últimos años que el hombre sensible llore,  se ha validado.

Cine y lágrimas
Repasemos algunos títulos de películas que tuvieron a las lágrimas de protagonistas  (en sus títulos locales, que ya sabemos que pueden ser terroríficas en la traducción) simplemente para ver hasta qué punto las lágrimas eran- y son convocantes. : “Lagrimas de hombre” (1939); “Lágrimas de una madre” (1946) que no podía faltar como título y con Olivia de Havilland, con fama de llorona y mala; “La mujer sin lágrimas”( 1951) nada menos que con Libertad Lamarque una llorona estelar por décadas; “Lágrimas amargas” (1952) con Bette Davis; “Lágrimas robadas” (1953) con Delia Garcés;  “La lágrimas de Petra von Kant” (1972); “Moscú no cree en lágrimas” (1979) que fue  una adelantada de la perestroika (!); “EL juego de las lágrimas” (1992) que incluía escena de “sorpresa” sexual…; “Lágrimas  del sol” ( 2003) con Bruce Willis en el elenco o la iraní “Lagrimas y frío” (2004).
De acuerdo a lo que el historiador Tom Lutz propone en su libro:  “aunque el llanto es una referencia recurrente en la literatura, son escasos los estudios que se han hecho desde la perspectiva de la ciencia médica o las disciplinas sociales para explicar el confuso lenguaje de las lágrimas, que lo mismo puede expresar frustración, súplica, orgullo, liberación, alegría o tristeza, por mencionar sólo alguno de sus significados”.
Lutz pasó cinco años de su vida estudiando las lágrimas. ¿Habrá llorado mientras escribía su libro?
Posiblemente sí.
William Blake escribió “El exceso de pena ríe. El exceso de dicha llora
Al  Werther de Goethe se le ve como un héroe romántico por llorar como loco, a otros no y se transforman en meros llorones que no generan empatía alguna.

Otras lágrimas…
Yo no supe que se podía llorar de alegría hasta que terminé primer año de liceo y salvé con buena nota.
Mi madre se puso a llorar y ante mi pregunta de por qué lloraba me contestó “se puede llorar también de felicidad”.
La pobre moriría pocas semanas después.
El llanto tiene un prestigio del que carece la risa”.
Los malos del cine ríen.
Reír es para ellos lo que para los “buenos “es llorar.
La risa tiene también sus películas: “Operación risa” (1964) que era soviética; “Risas y tiros en el circo” (1960) de las “dos” Alemanias (RFA y RDA); La sonrisa de mamá” (1971) con Libertad Lamarque (que era buenísima y reía  y lloraba pero moría de una “enfermedad terminal” al final…); y hasta los egipcios se decidieron con “Risas, juegos, seriedad y amor”(1993) con Omar Sharif, los búlgaros  hicieron lo propio con “Sonrisa por cien pesos”(1995) para público infantil y hasta llegamos a “La sonrisa de Mona Lisa” (2003) con Julia Roberts.

El libro
Historia cultural de las lágrimas” se lee con mayor atención que lo que el título podría sugerir.
¿Qué tan lejos quedaron los tiempos en que la gente iba al cine a ver una buena película “para llorar”?
A veces no viene nada  mal y puede ser un buen ejercicio catártico.
Escribe Tom Lutz: “Dejar de llorar es inhumano, deberíamos preocuparnos por no tener suficiente corazón pero, en cambio, no tenemos que preocuparnos de que el mundo se quede sin lágrimas…”.
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El descendimiento de la cruz, de Roger van der Wayden, c. 1436