jueves, 17 de julio de 2014


Françoise Sagan, la mujer que saludó a la tristeza y la tapó el olvido


Hoy poca gente la recuerda. Sin embargo, hace 60 años fue la “jovencita escritora más famosa del mundo”,  una luminaria en el entonces alicaído mundo de la narrativa  europea en general y francesa en particular.
Nació como Françoise Quoirez en Cajarc, Francia,  era el año 1935 y su familia pertenecía a la alta burguesía francesa.
Tuvo una educación privilegiada,  sobre todo por las lecturas precoces de autores como Gide, Sartre, Camus, Rimbaud y una marcada preferencia por quien es considerado por muchos “un autor para la madurez”: Marcel Proust.
Será justamente de Proust que tomará su apellido  artístico ante las presiones familiares que no gustaban nada de la fama de la joven, será entonces y para siempre Françoise Sagan.

La fama instantánea

Cuando el 15 de marzo de 1954 apareció “Bonjour, tristesse” aquella joven de 18 años dio un impensado salto a la fama internacional.
Ganó el Prix des Critiques y en 3 años ya era una película de Hollywood.
Bonjour, tristesse” (1957) se estrenó en Montevideo con el título original en francés en julio de 1958,  tuvo dirección de Otto Preminger y actuaciones de Deborah Kerr, David Niven y una jovencita de nombre Jean Seberg.

Fue un éxito mundial.

Todos pensaban que iba a ser un fuego artificial de una sola obra y que su segunda novela ya lo demostraría.
No fue así y “Un certain sourire” (Una cierta sonrisa) de 1956 desmintió el pronóstico.
Desde allí no paró y siguieron más novelas, guiones de cine, obras de teatro y casi todos los géneros escritos imaginables a lo largo de una carrera que se extenderá hasta 2002,  esto es,  2 años antes de su muerte.
Sagan apareció en el momento exacto, era la posguerra y significó un soplo de aire fresco, la joven “preparada” que escribía bien, la desenfadada que se atrevía a tocar temas considerados entonces “casi desfachatados”.

Los problemas legales y la falta de nuevas reediciones

Hoy sus obras no se reeditan por un largo y penoso juicio legal.
Su único hijo,  Denis Westhoff,  batalla desde hace muchos años y en forma incansable por mantener viva la presencia de su madre,  pero el millón de euros que ella dejó como “deuda impositiva” le atan las manos.
NO se pueden reeditar las obras de Sagan hasta pagar las deudas con el Fisco francés.
En 1957 en medio de su brillo de estrella,  Françoise sufrió un accidente de auto que le dejó heridas muy graves y dolores insoportables que hicieron que el consumo-al comienzo solicitado por los médicos- de morfina, se transformase en algo que la acompañará hasta el fin.
La cocaína en grandes cantidades será también su compañera de ruta y “toda pastilla posible” al decir de alguien muy cercano “le fue útil para evadirse de un mundo que poco a poco le resultó menos amigable y más hostil”.
Es que los años comenzaron a pasar y Françoise creyó que seguía siendo aquella “jovencita talentosa y descarada”. Fue millonaria antes de cumplir 20 años.
Pocos años antes de morir,  firmó unos increíbles contratos con una petrolera (?) sin saber lo que hacía.

Las memorias de una desmemoria

En febrero de 2009 se publicaron sus memorias en español.
 Bajo el  insulso título “Desde el recuerdo”,  relata su  apasionante vida.
Fue su hijo quien hizo un esfuerzo titánico para que –finalmente,  y gracias a una decisión judicial -se pudieran leer estas verdaderas confesiones plagadas de escándalo, pasión y desenfreno.
Amó el riesgo y siempre vivió al borde del límite  y así lo describe:  “ A 200 kilómetros por hora la sangre ya no coagula a nivel del corazón, la sangre salta hasta la punta de las manos, de los pies, de los párpados, convertidos en centinelas fatales e inexorables de su propia vida...quien no haya sentido como su cuerpo se pone en guardia mientras su mano derecha se alarga para acariciar el cambio de marchas... es que no le gusta la velocidad, que no ha amado la vida… o es que jamás ha amado a nadie”.
Un texto absolutamente “Sagan” de comienzo a fin.
Tuvo un período- en los años 70 -en que tuvo prohibida la entrada a varios casinos franceses, su ludopatía le hizo perder fortunas inimaginables jugando ruleta.
Sobre el final, sólo el apoyo de unos pocos amigos la salvaron de la indigencia.
Su infelicidad vital se le hizo algo insoportable.
Aquella mujer repleta de talento se había convertido en una anciana incapaz de sostener una conversación. Le remataron su casa en Normandía y su departamento de Paris, vivía en casas de amigos que la mantenían por breves períodos hasta que llegara el siguiente…

El olvido es gris y todo lo cubre…

Murió a los 69 años en Honfleur, Calvados el 24 de septiembre de 2004.
Era la sombra de lo que fue.
Hoy sus libros sólo se encuentran en viejas ediciones y pocos están interesados en ellos.
Lastimosamente,  todo parece indicar que la cubrió el olvido.
¿ Para siempre?


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Sagan escribiendo en 1957 (Paris)