viernes, 27 de diciembre de 2013

Las pinturas en movimiento del señor Kubrick

 



Hacía 30 años que no la volvía a ver. 
Es que desde su estreno montevideano en el cine “18 de Julio” en 1976 nunca había logrado “atraparla” en sus infinitas retrasmisiones televisivas.
Barry Lyndon” (1975) de Stanley Kubrick sigue siendo una película monumental.
A comienzos de este año había comprado el DVD pero nunca llegaba el momento de tomarme 3 horas y 4 minutos para poder apreciarla de una vez en su totalidad.
El sábado pasado lo hice y debo decir que sólo me había quedado con imágenes inconexas. No la recordaba…
Kubrick  planeaba filmar una película sobre Napoleón pero llegó a la novela de William M. Thackeray luego de que otras ideas quedaran por el camino.

El reparto y la estètica
Tampoco quería a Ryan O´Neal  como protagonista sino que su elegido era Malcolm Mc Dowell (a quien había lanzado al estrellato global en “La naranja mecánica” (1971) pero coincidió con una pelea personal entre ellos y con que los estudios querían poner a O´Neal en un “papel épico” luego de su apabullante éxito en “Love story” (1970) que suponía iba a atraer a millones de fanáticas en el mundo entero (no fue así).
O´Neal (que tenía entonces 35 años) no está mal,  pero la voz no lo acompaña.  
Fue, sin duda,  su mejor trabajo en cine y su mejor momento vital si consideramos el despojo tremendo en que se ha convertido.
Para Lady Lyndon eligió a la modelo (y actriz) Marisa Berenson, quien había asomado en “Cabaret” (1972) y más brevemente en “Muerte en Venecia” (1971) una elección sabia para un papel que casi no habla, y sólo se limita a “posar” en bellísimos momentos.
El resto del enorme elenco está conformado por “viejos amigos” -que era lo que Kubrick prefería- como Patrick  Magee como el Chevalier de Balibari (era el escritor atacado en “La naranja mecánica”).
Las pinturas de Thomas Gainsborough o John Constable cobran aquí vida de la mano de Kubrick,  pero además hay referencias directas a Joshua Reynolds, Antoine Watteau o al grabador polaco Daniel Nickolaus Chodowiecki..
El vestuario (que ganó el Oscar) fue copiado minuciosamente de esas mismas pinturas y utilizó el “zoom” para lograr el efecto de aplanamiento en las imágenes.
En este sentido, llegò a usar en algún momento- la boda entre Redmond Barry y Lady Lyndon- un telón pintado con los personajes secundarios y parte de una iglesia como fondo de los protagonistas.
Las ya célebres escenas nocturnas de los juegos de cartas, iluminadas solamente con velas (que mandó hacer con el mismo tipo de materiales que se utilizaba en el siglo XVIII), siguen siendo deslumbrantes. Recordemos que la NASA le facilitó una lente Zeiss especial y película de altísima ASA que le permitió no utilizar (casi) iluminación eléctrica durante el rodaje.
El retrato de la Europa del siglo XVIII  es perfecto y  pocas películas lo han logrado con tal exactitud.
Las aventuras y desventuras de este hombre con pocos escrúpulos que va a ir trepando socialmente hasta su inevitable derrumbe final están narradas por una voz neutra, que va anunciando lo que inmediatamente va a suceder. Esto fue bastante criticado en su momento “un buen director de cine no necesita de narradores para enterarnos de lo que ocurre”. Hoy se puede comprobar que  suma y no resta a la acción.

La mùsica
Sabido es que Kubrick hizo componer partituras completas para sus películas  que después no utilizó.
Pasó con Alex North en  “2001,  Odisea del espacio” (1968) optando luego por compositores “clásicos” (¿Quién puede olvidar “Así hablaba Zaratustra” de Richard Strauss o “El Danubio azul” de Johann Strauss, hijo?).
Para Barry Lyndon se dice que quería a Nino Rota, el legendario compositor “de Fellini” desistiendo luego para utilizar unas Variaciones sobre la “Sarabande” de Haendel, el “Trío para piano” de Schubert compuesto en 1814 por lo tanto un anacronismo deliberado, y la canción tradicional irlandesa “Women of Ireland” en interpretación de The Chieftains. El resultado es perfecto.

Rodaje y gastos
El rodaje duró  más de 300 (extenuantes) días divididos en dos años, con pocas interrupciones.
Costó 11 millones de dólares, lo que hoy sería nada, pero no logró recaudarlo en su estreno norteamericano, fue un fracaso…


Si tuviera que elegir una escena sería la que Barry, enviado a espiar al Chevalier de Balibari, no puede hacerlo y rompe en lágrimas ante “el esplendor de aquel personaje soberbio”, un caballero pintado, de peluca empolvada, moñas de terciopelo y lunares provocados por el nitrato de plata. Tanto han cambiado los cánones de belleza masculina con el paso delos siglos.
Es una de mis películas preferidas, es una obra maestra de un creador mayor que pasarà a la historia como uno de los pocos que pudo viajar en el tiempo y fotografiarlo en maravillosas imágenes en movimiento. Un milagro que pudo lograr el señor Kubrick.
Copyright © EM

Una de las legendarias escenas nocturnas del juego de cartas.