Las pinturas en movimiento del señor Kubrick
Hacía 30
años que no la volvía a ver.
Es que
desde su estreno montevideano en el cine “18 de Julio” en 1976 nunca había
logrado “atraparla” en sus infinitas retrasmisiones televisivas.
“Barry Lyndon” (1975) de Stanley Kubrick
sigue siendo una película monumental.
A
comienzos de este año había comprado el DVD pero nunca llegaba el momento de
tomarme 3 horas y 4 minutos para poder apreciarla de una vez en su totalidad.
El sábado
pasado lo hice y debo decir que sólo me había quedado con imágenes inconexas. No la recordaba…
Kubrick planeaba filmar una película sobre Napoleón
pero llegó a la novela de William M.
Thackeray luego de que otras ideas quedaran por el camino.
Tampoco
quería a Ryan O´Neal como protagonista
sino que su elegido era Malcolm Mc Dowell (a quien había lanzado al estrellato
global en “La naranja mecánica” (1971) pero coincidió con una pelea personal
entre ellos y con que los estudios querían poner a O´Neal en un “papel épico”
luego de su apabullante éxito en “Love story” (1970) que suponía iba a atraer a
millones de fanáticas en el mundo entero (no fue así).
O´Neal (que
tenía entonces 35 años) no está mal, pero la voz
no lo acompaña.
Fue, sin duda, su mejor trabajo en cine y su mejor momento
vital si consideramos el despojo tremendo en que se ha convertido.
Para Lady
Lyndon eligió a la modelo (y actriz) Marisa Berenson, quien había asomado en
“Cabaret” (1972) y más brevemente en “Muerte en Venecia” (1971) una elección
sabia para un papel que casi no habla, y sólo se limita a “posar” en bellísimos
momentos.
El resto
del enorme elenco está conformado por “viejos amigos” -que era lo que Kubrick
prefería- como Patrick Magee como el
Chevalier de Balibari (era el escritor atacado en “La naranja mecánica”).
Las
pinturas de Thomas Gainsborough o John Constable cobran aquí vida de la mano de
Kubrick, pero además hay referencias
directas a Joshua Reynolds, Antoine Watteau o al grabador polaco Daniel
Nickolaus Chodowiecki..
El
vestuario (que ganó el Oscar )
fue copiado minuciosamente de esas mismas pinturas y utilizó el “zoom” para
lograr el efecto de aplanamiento en las imágenes.
En este
sentido, llegò a usar en algún momento- la boda entre Redmond Barry y Lady Lyndon-
un telón pintado con los personajes secundarios y parte de una iglesia como
fondo de los protagonistas.
Las ya
célebres escenas nocturnas de los juegos de cartas, iluminadas solamente con
velas (que mandó hacer con el mismo tipo de materiales que se utilizaba en el
siglo XVIII), siguen siendo deslumbrantes.
Recordemos que la NASA
le facilitó una lente Zeiss especial y película de altísima ASA que le permitió
no utilizar (casi) iluminación eléctrica durante el rodaje.
El retrato
de la Europa
del siglo XVIII es perfecto y pocas películas lo han logrado con tal
exactitud.
Las
aventuras y desventuras de este hombre con pocos escrúpulos que va a ir
trepando socialmente hasta su inevitable derrumbe final están narradas por una
voz neutra, que va anunciando lo que inmediatamente va a suceder. Esto fue bastante criticado en su momento “un buen
director de cine no necesita de narradores para enterarnos de lo que ocurre”. Hoy se puede comprobar que suma y no resta a la acción.
Sabido es
que Kubrick hizo componer partituras completas para sus películas que después no utilizó.
Pasó con
Alex North en “2001, Odisea del espacio” (1968) optando luego por
compositores “clásicos” (¿Quién puede olvidar “Así hablaba Zaratustra” de
Richard Strauss o “El Danubio azul” de Johann Strauss, hijo?).
Para Barry
Lyndon se dice que quería a Nino Rota, el legendario compositor “de Fellini”
desistiendo luego para utilizar unas Variaciones sobre la “Sarabande ” de Haendel,
el “Trío para piano” de Schubert compuesto en 1814 por lo tanto un anacronismo
deliberado, y la canción tradicional irlandesa “Women of Ireland” en
interpretación de The Chieftains. El
resultado es perfecto.
Rodaje y gastos
El rodaje
duró más de 300 (extenuantes) días
divididos en dos años, con pocas interrupciones.
Costó 11
millones de dólares, lo que hoy sería nada, pero no logró recaudarlo en su
estreno norteamericano, fue un fracaso…
Si tuviera
que elegir una escena sería la
que Barry , enviado a espiar al Chevalier de Balibari, no
puede hacerlo y rompe en lágrimas ante “el esplendor de aquel personaje
soberbio”, un caballero pintado, de peluca empolvada, moñas de terciopelo y
lunares provocados por el nitrato de plata.
Tanto han cambiado los cánones de belleza masculina con el paso delos siglos.
Es una de mis películas preferidas, es una obra maestra de un creador mayor que pasarà a la historia como uno de los pocos que pudo viajar en el tiempo y fotografiarlo en maravillosas imágenes en movimiento. Un milagro que pudo lograr el señor Kubrick.
Copyright © EM
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Una de las legendarias escenas nocturnas del juego de cartas. |