jueves, 9 de octubre de 2014

Yo conocí a Josephine Baker.



En 2014  Josephine Baker habría cumplido 108 años.

Una estrella que brilló por 5 décadas, derribó prejuicios varios y se convirtió en símbolo de exotismo audaz aclamado por multitudes.

Insólitamente conocí personalmente a Josephine en su última presentación montevideana que habrá sido por 1969 cuando yo tenía 17 años.
La auspiciaba Canal 12 –donde yo trabajaba entonces-  en un programa vespertino llamado “Tertulia12” que dirigía el hoy olvidado Julio Pierrotti., todo un pionero y rupturista en muchas cosas. Y uno de los hombres más generosos que he conocido.

Josephine fue a una nota en el canal y como hablaba una mezcla-por momentos incomprensible- de francés, inglés, italiano y algo de español (en ese orden y simultáneamente) la dejaron conmigo charlando mientras esperaba para salir al aire. Hablamos fundamentalmente en inglés y le hizo gracia que la convidara con CocaCola y le recordara que a fines de los años 20 había estado en Punta del Este donde tomaba sol desnuda o cubierta por una mínima gasa para escándalo de mi bisabuela que vivía allí, era maestra y operaba con sus hijos la estación telegráfica.
Estuvo varias veces invitada por los Giot que tenían unos vagones de lujo como casa, en un lugar por entonces desierto.
Fue deliciosamente encantadora conmigo.
Lucía ya muy mayor, con unos enormes lentes negros, un turbante azul y una figura gruesa que tiraba por tierra su fama de “diosa de ébano”.
Igualmente tenía un “algo” que la hacía especial, tal vez un aura de estrella que nunca he olvidado.

Con una maravillosa piel color canela mate y unos modos tan amables que conmovían.
Estaba claro que hacía esa gira porque necesitaba dinero y por momentos parecía agotada pero en la noche, durante el espectáculo en el Teatro Solís, vestida de traje de fiesta largo, tocada por un pequeño sombrero con tules y plumas, un maquillaje recargado y un corset de tormento que afinaba su figura, fue aclamada por una sala repleta mientras cantó de todo un poco e hizo tres pasos de charleston mientras cruzaba los ojos y bromeaba sobre su edad…
Fui a su camarín y descubrí que el vestido era TOTAL, hasta la piel que dejaba al descubierto estaba revestida con una malla de su mismo color de piel que ajustaba su figura a niveles asombrosos. Me dio un cariñoso beso y me regaló una rosa de las que Pierrotti le había enviado.

Nacida como Freda Carson en Saint Louis (Missouri, Estados Unidos) el 3 de junio de 1906 creció en un ambiente de pobreza y miseria del que intentó vanamente escapar a través del canto y el baile hasta que a los 13 años abandonó su casa para ir armando desde entonces,  una carrera que comenzará en el vodevil casi prostibulario para llegar al estrellato absoluto en Paris.
Nada fue fácil en su vida.
Ni los amores, ni la familia, ni el dinero que ganó y gastó en cantidades industriales, ni su eterna lucha por mantener a un grupo de hijos e hijas adoptivos que formaron la famosa “tribu del arco iris” en eterna lucha por evitar el desalojo de su casa, el castillo Les Milandes.

Luchó junto a los Aliados durante la Segunda Guerra mundial, luchó por los Derechos civiles en Estados Unidos compartiendo estrado con Martin Luther King Jr.en el histórico acto de Washington D.C.;  le puso el hombro a Charles De Gaulle en el 68…todo desde la primera línea.
En 1950 fue especialmente a México a visitar  a Frida Kahlo de quien fue amiga.



Hay una anécdota que se conoce poco,  de cuando llegó a Paris por primera vez en 1925.
Según cuenta el periodista Franklin Morales en su libro “Andrade, el rey negro de Paris” publicado en 2002, la empresaria norteamericana Carolina Dudley convocó a José Leandro Andrade,  leyenda del fútbol (y el amor pasional, según consta en el libro) para que “participara en un espectáculo junto con la sensacional bailarina negra americana llamada Josephine Baker.
Ambos se complementarían oponiendo sus estilos, le explicó”.
Andrade, que se suponía bailaría un tango en el posible espectáculo, jamás contestó a la propuesta, ni sabía quién era ella,  según Morales y agrega,
Él no lo sabía, pero la Baker era su versión femenina, tenían vidas paralelas. Partieron de la miseria y estaban de antemano condenados por su piel oscura, pero ambos se encumbraron como las primeras estrellas negras de la industria del entretenimiento en la capital del mundo civilizado”.

Josephine también se casó en algún momento con André Giot de Badet (de larga y escandalosa estadía montevideana) amigo íntimo de Delmira Agustini y alguna vez vi tuve una página del suplemento “marrón” de El Día donde se dejaba constancia de la boda con una foto de la misma en la que el novio-portando un enorme ramo de azucenas- luce más maquillado que la novia…fue, aparentemente,  por una “cuestión de papeles”, si estaba casada con un francés y se convertía en ciudadana legal de ese país todo sería más fácil, y lo fue.
Josephine filmó no muchas películas de las cuales solo figura “ZOU-ZOU” (1934) como estrenada comercialmente en Montevideo.

No fue actriz, no fue cantante (con voz de soprano ligera), no fue una bailarina con escuela, fue una “fuerza de la naturaleza” que no tuvo posibilidad de tener poco más que una educación elemental pero supo siempre cómo defenderse de los innumerables desprecios que sufrió (sobre todo en su propio país, EEUU, donde se la llegó a echar de más de un hotel por su color…). ¡Abominable!
Estaba muy cansada cuando la conocí, pero aun así, seis años después,  en 1975 volvió al escenario del “Bovino” -con 68 años- para ser nuevamente ovacionada por el tout Paris.
Durante su último día de vida estaba aprontándose para salir a escena y se sintió mal. Cayó muerta.
Era el  12 de abril de 1975 y  murió de una hemorragia cerebral fulminante.
A su funeral acudieron 25.000 de personas, la mayoría de las cuales sólo conoció su leyenda.
Su tumba está en Mónaco pues su íntima amiga,  Grace Kelly se hizo cargo de los gastos de su tumba.
De aquellos hijos adoptivos que formaron la “tribu del arco iris” nunca más se supo. Ninguno hizo vida pública.
Fue el/la primer/a ciudadano/a  norteamericano/a  en recibir honores de Estado como General de Guerra francés,  por su lucha durante la ocupación nazi. Y hasta ahora, la única.
Copyright © EM

c.1927

c. 1925

c.1929

Cartel original de ZOUZOU (1934)

La diosa de ébano (1930)

En sus últimas presentaciones 1975

Durante su última visita a Montevideo (1969)

Su féretro para frente al Teatro Bovino de Paris (1975)