viernes, 6 de septiembre de 2013


Cenizas al viento



Cuando se estrenó “Y la nave va” (1983) de Federico Fellini, muchos creyeron ver en la secuencia en que los amigos llevan a bordo de un barco de lujo en julio de 1914 las cenizas de la cantante de opera Tetua para ser esparcidas al mar y, en el momento de la operación, una ráfaga de inesperado viento los cubre con el polvo grisáceo-remanente tangible de la diva- una alusión directa a lo que aparentemente sucedió con María Callas en idénticas circunstancias.
María había fallecido en su departamento de Paris el 16 de septiembre de 1977- oficialmente de un ataque cardíaco- cuando aún no había cumplido los 54 años de edad, aunque esas circunstancias finales siguen siendo objeto de especulación y hay quienes dicen que su reclusión voluntaria-adonde nadie la veía por meses- fue un suicidio o un asesinato. Nunca se sabrá, y cada tanto aparecerá una nueva teoría descabellada o con visos de realidad.
Dos años después, en 1979,  un grupo de sus amigos íntimos llevó a bordo de un barco sus cenizas para ser esparcidas por el Egeo y, se dice, que en el preciso momento en que las tiraron al mar, una ráfaga de viento las devolvió a la nave y literalmente “bañó” a los presentes.
Hace poco leí que las cenizas del escritor y apasionado de la egiptología Terenci Moix fueron esparcidas en el Valle de los Reyes de Egipto según su última voluntad y que en el momento de la operación -que tuvo que hacerse en completo secreto porque está específicamente prohibido por las autoridades egipcias- una nube absolutamente improbable cruzó el sol oscureciendo por unos segundos el paisaje.¿Verdad?
¿Leyenda? Convengamos de todas formas en que no queda nada mal como parte de la historia.
Todo esto viene a cuento porque hace unas semanas una noticia-real- pasó por las redacciones de medio mundo sin mayor destaque.
Que no lo tiene, si no fuera por las consecuencias.
Un pequeño grupo de familiares se reunió en la isla de Gran Canaria para cumplir el último deseo de una joven fallecida poco tiempo antes. Que sus cenizas fueran esparcidas al mar.
Dejó expresa constancia de quienes quería que efectuaran la operación.
Se reunieron entonces en un paraje conocido como Las Salinas del Bufadero en el Municipio de Arucas, zona de acantilados en el norte de la isla, para hacer efectivo el deseo.
En el  momento mismo de la operación, se levantó inesperadamente una gran ola que arrastró a sus dos hermanos y a una prima hacia el mar.
Ante la mirada atónita del resto de los dolientes, los hermanos desaparecieron y la prima fue rescatada luego de grandes esfuerzos por parte de otro miembro de la familia.
Los tres habían sido designados por la difunta.
Es una magnífica historia para el cine. Especulemos. ¿Se los quiso llevar? ¿Fue una venganza desde el mas allá?¿Fue por amor u odio?
Si lo viéramos en una película nos costaría creerlo.
Viendo por segunda o tercera vez Good bye, Lenin (2003) en la escena final, el hijo lanza -dentro de un cohete de fabricación casera- sobre el Berlín unificado, las cenizas de esa madre que escondía tantas historias. Un hermosísimo fin para esa inteligente película que vale la pena ver y rever. Me consta que muchos/as pensaron que la escena no era creíble y sólo era una licencia metafórica del guionista.
 Con los ejemplos antes enunciados vemos que para nada lo es.
Vaya uno a saber por donde -en nuestro entorno más cotidiano- hay cenizas de conocidos o no. Y esto no es ni humor negro ni historia de terror, es realidad.
Tengo una tía- a quien adoraba- que quiso que sus cenizas fueran a dar al Rosedal del Prado. Y allí está, sin que se levantara viento o una nube tapara el sol.
Por Internet circulan ofrecimientos para llevar cenizas al espacio exterior o hasta el mismísimo suelo lunar (!), siempre que los dolientes tengan el dinero suficiente para pagar la costosa operación.
El problema es que exista vida en el más allá y en el crucial momento uno/a decida, como la joven canaria, tomar venganza o nos de un ataque de amor eterno. Habrá que tenerlo en cuenta a la hora de cumplir esas voluntades.
Copyright © EM


Fotograma del film de Federico Fellini "E la nave vá" (1983)


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