Cenizas al viento
Cuando
se estrenó “Y la nave va” (1983) de
Federico Fellini, muchos creyeron ver en la secuencia en que los amigos llevan
a bordo de un barco de lujo en julio de 1914 las cenizas de la cantante de
opera Tetua para ser esparcidas al mar y, en el momento de la operación, una
ráfaga de inesperado viento los cubre con el polvo grisáceo-remanente tangible
de la diva- una alusión directa a lo que aparentemente sucedió con María Callas
en idénticas circunstancias.
María
había fallecido en su departamento de Paris el 16 de septiembre de 1977-
oficialmente de un ataque cardíaco- cuando aún no había cumplido los 54 años de
edad, aunque esas circunstancias finales siguen siendo objeto de especulación y
hay quienes dicen que su reclusión voluntaria-adonde nadie la veía por meses-
fue un suicidio o un asesinato.
Nunca se sabrá, y cada tanto aparecerá una nueva teoría descabellada o con
visos de realidad.
Dos
años después, en 1979, un grupo de sus
amigos íntimos llevó a bordo de un barco sus cenizas para ser esparcidas por el
Egeo y, se dice, que en el preciso momento en que las tiraron al mar, una
ráfaga de viento las devolvió a la nave y literalmente “bañó” a los presentes.
Hace
poco leí que las cenizas del escritor y apasionado de la egiptología Terenci
Moix fueron esparcidas en el Valle de los Reyes de Egipto
según su última voluntad y que en el momento de la operación -que tuvo que
hacerse en completo secreto porque está específicamente prohibido por las
autoridades egipcias- una nube absolutamente improbable cruzó el sol
oscureciendo por unos segundos el paisaje. ¿Verdad?
¿Leyenda?
Convengamos de todas formas en que no queda nada mal como parte de la historia.
Todo
esto viene a cuento porque hace unas semanas una noticia-real- pasó por las
redacciones de medio mundo sin mayor destaque.
Que
no lo tiene, si no fuera por las consecuencias.
Un
pequeño grupo de familiares se reunió en la isla de Gran Canaria para cumplir
el último deseo de una joven fallecida poco tiempo antes.
Que sus cenizas fueran esparcidas al mar.
Dejó
expresa constancia de quienes quería que efectuaran la operación.
Se
reunieron entonces en un paraje conocido como Las Salinas del Bufadero en el
Municipio de Arucas, zona de acantilados en el norte de la isla, para hacer
efectivo el deseo.
En
el momento mismo de la operación, se
levantó inesperadamente una gran ola que arrastró a sus dos hermanos y a una
prima hacia el mar.
Ante
la mirada atónita del resto de los dolientes, los hermanos desaparecieron y la
prima fue rescatada luego de grandes esfuerzos por parte de otro miembro de la
familia.
Los
tres habían sido designados por la difunta.
Es
una magnífica historia para el cine.
Especulemos. ¿Se los quiso llevar?
¿Fue una venganza desde el mas allá?¿Fue por amor u odio?
Si lo
viéramos en una película nos costaría creerlo.
Viendo
por segunda o tercera vez Good bye,
Lenin (2003) en la escena final, el hijo lanza -dentro de un cohete de
fabricación casera- sobre el Berlín unificado, las cenizas de esa madre que
escondía tantas historias. Un hermosísimo
fin para esa inteligente película que vale la pena ver y rever. Me consta que muchos/as pensaron que la escena no
era creíble y sólo era una licencia metafórica del guionista.
Con los ejemplos antes enunciados vemos que
para nada lo es.
Vaya
uno a saber por donde -en nuestro entorno más cotidiano- hay cenizas de
conocidos o no. Y esto no es ni
humor negro ni historia de terror, es realidad.
Tengo
una tía- a quien adoraba- que quiso que sus cenizas fueran a dar al Rosedal del
Prado. Y allí está, sin que se
levantara viento o una nube tapara el sol.
Por
Internet circulan ofrecimientos para llevar cenizas al espacio exterior o hasta
el mismísimo suelo lunar (!), siempre que los dolientes tengan el dinero
suficiente para pagar la costosa operación.
El
problema es que exista vida en el más allá y en el crucial momento uno/a
decida, como la joven canaria, tomar venganza o nos de un ataque de amor eterno. Habrá que tenerlo en cuenta a la hora de cumplir
esas voluntades.
Copyright © EM
Fotograma del film de Federico Fellini "E la nave vá" (1983)
No hay comentarios:
Publicar un comentario