sábado, 14 de septiembre de 2013

Amadeo  De Valiante




Siempre he pensado que el cine documental uruguayo debería buscar entre sus personajes  a aquellos nombres que, dadas sus peculiaridades, pudieran interesar al mercado internacional, que de eso se trata el cine como industria rentable. Lamentablemente no es así.
 Quedan entonces historias como la del “Tesoro de las Massilotti”, verdadera metáfora de nuestro sentir nacional: buscar una supuesta fortuna enterrada que nos hará ricos y nos resolverá todos los problemas y que ya se hubiera convertido en película  en otro país.
El Uruguay  tiene varios personajes apasionantes que han pasado a las cajas del olvido y allí quedarán, tal vez, para siempre. Algunos se han rescatado,  como la poeta y mecenas Susana Soca,  en un atendible  trabajo de cuatro  egresadas de la Universidad Católica, pero es una excepción.
Un reciente encuentro montevideano  de documentalistas demostró el interés internacional en estos productos que ofrecen posibilidades económicas reales. Hay necesidad de “contenidos” en los circuitos mundiales y esta puede ser una veta perfecta, aún por explorar localmente.
¿Por qué ningún documentalista de nuestro medio ha trabajado sobre personalidades de ribetes casi irreales como Abdón Porte (que se suicidó en medio de una cancha de fútbol -  en una película argentina de antaño se recoge la anécdota-), André Giot de Badet (merece nota en “solitario”) o quien hoy nos ocupa, el modista Amadeo De Valiante?

Amadeo,  un adelantado.
No supe de su existencia hasta hace 15 años, cuando revisando la Revista “ANALES” correspondiente a Noviembre de 1940 me encontré con una nota de dos páginas con  este titular: “La nueva y artística sede de un modista prestigioso, Amadeo De Valiante”.
En otros números pude ver  sus publicidades- a toda página- que nada tenían que envidiar a las de Chanel de  esos mismos años (1935/ 1955) o aún mucho después.
Una modelo hierática, fotografiada de cuerpo entero, con un vestido de fiesta y la leyenda: “Amadeo De Valiante”.  Publicidad minimalista “avant la lettre”.
Es tal el impacto visual que produce la propuesta de este adelantado  del marketing que decidí  investigar más desde el programa de radio que tenía entonces.
Pedí a “personas hubieran tenido contacto directo con  De Valiante” que me llamaran para contarme de él.
La respuesta fue inmediata,  y una decena de ex clientas o hijos y nietos de ellas contestaron el pedido y  pude así ir reconstruyendo  “a retazos”,   una historia que nunca logré terminar,  porque ya no queda- por razones del tiempo pasado- mucha gente que pueda contarla desde la vivencia directa,  que es lo importante en estos casos.
En Internet, esa especie de gigantesco diccionario universal  sólo hay  3 menciones a De Valiante: La venta de uno de sus vestidos en e-bay y dos comentarios sobre  una exposición de moda uruguaya a través del tiempo que se  realizó en  Punta Carretas Shopping (septiembre de 2008) y que incluyó una de sus creaciones.
Me llamó incluso la sobrina de Amadeo, la señora  Velia  Fiore Valiante,  quien confirmó varios de los datos que me habían contado las clientas.
Fue enormemente generoso, su casa siempre estaba abierta a la llegada de amigos y sus cenas para una docena de personas o más eran cosa casi diaria.
Velia contó  emocionada,  “Le debo la vida, porque mis padres se divorciaron cuando yo tenía dos años y yo me hubiera muerto de hambre si tío Amadeo no hubiera gastado un dineral en mí. Lo gastó con gusto”.
 Siempre fueron trozos aislados que iban armando una personalidad que tuvo un peso enorme entre las señoras y señoritas montevideanas durante treinta años de la moda en esta ciudad.

Un tesoro guardado y olvidado
Hasta donde pude averiguar, nadie ha escrito aún  la Historia de la Moda en el Uruguay, donde De Valiante merece un lugar de privilegio.
En una ciudad como Montevideo donde vivió y trabajó Madame Grés (aquí la llamaron “la reina del plisado”)  quien  tuvo su atelier sobre la calle Rincón casi Juan Carlos Gómez según me contó el periodista Ramón Mérica que la entrevistó muchos años después en París y donde muchas más mujeres de las que podemos imaginar hoy, compraron diseños originales de Dior, Chanel, Balenciaga o Jean Patou , a nadie se le ha ocurrido buscar en forma sistematizada  esas piezas, rastrearlas, clasificarlas, estudiarlas, exhibirlas en una muestra permanente a nuevos/as creadores/as y público general.
 La moda no es una frivolidad, es un retrato de época, y en el mundo se llenan museos con muestras de este tipo.
Pude comprobarlo directamente cuando la talentosa Soledad Capurro, en su calidad de curadora de la muestra “Espejito, ¿quién es la más bella? realizada en abril/ mayo de 2007 en el CCE, mostró verdaderas joyas del diseño,  incluyendo dos Dior auténticos pertenecientes a señoras uruguayas.
Por esa exposición pasaron más de 6000 visitantes en menos de dos meses...
¿Cuánto más puede encontrarse perdido en placares de madres y abuelas uruguayas? Un tesoro oculto y desconocido, guardado- tal vez- para siempre.

El misterioso señor Valiante
 Nunca pude saber con exactitud ni cuándo ni dónde  nació, pero los datos obtenidos permiten  pensar que fue en Montevideo -de padre inmigrante italiano- entre 1896 y 1900 y que fue autodidacta.
Hay documentación probatoria (los avisos en prensa)  de que ya tenía una buena clientela en la segunda mitad de los años 20 lo que indica que trabajó desde muy joven.
Héctor Ángel Estradé Artola  a quien  entrevisté en aquella ocasión (1994) me contó “Yo tengo ya más de 70 años y mi recuerdo de  De Valiante se remonta a los años 1929 o 30. Mi abuela y mi madre eran clientas de él y yo como niño las acompañaba, era un paseo para mí. Era una casa de altos, una escalera muy agradable y tenía una clientela muy selecta…”

También logré saber que tenía el cutis cetrino,  pelo con pequeñas ondas que cubría con gomina y  que vestía con una elegancia destacable hasta en  el más mínimo detalle.
Gustaba pasearse con sus  infaltables perros galgos por la Plaza Matriz, siempre de buen humor, dando la mano izquierda en lugar de la derecha al saludar, un gesto frívolo que le caracterizó.
En el dedo meñique de la mano derecha lució por años un brillante de subido valor.
Su nombre real,  Amadeo Valiante, el “De” fue un aditamento propio que sin duda lo hacía “sonar” mejor.
Una buena “grifa” para el mundo de la moda.
Su especialidad eran los vestidos de fiesta, los trajes de novia y los de quince años. Pero también- a pedido- realizó “disfraces” para niñas de los años de 1930  y 40, siendo muy recordadas sus réplicas de “Las Meninas” que le valieron premios y halagos varios.
En su casa/atelier de la calle Juan Carlos Gómez ofrecía desfiles de sus modelos que eran verdaderas fiestas de la belleza femenina  y decenas de uruguayas “paquetas” de entonces pugnaban por una invitación que estaban reservadas sólo a “amigas de la casa”.
Antes estuvo instalado  por años en una casa de la calle 25 de Mayo con un suceso tal que lo llevó a poder comprar la casa de Juan Carlos Gómez.
Trabajaba directamente sobre la clienta con la tela, y acompañado únicamente de la Primera oficiala y unos alfileres, cortaba el vestido en el momento.
Incursionó en los diseños de raíces étnicas (bordados a la usanza eslava, por ejemplo, como se pudo ver en la exposición de Punta Carretas), fue a la vez un pionero  y un audaz.
Sabía perfectamente lo que hacía aunque fuera a pura intuición.
Fue muy amigo de otro nombre interesantísimo, Tufik Acle,  quien le proveía de la mayoría de las lujosas telas que utilizaba. Muchas de ellas traídas especialmente para él desde los lugares más lejanos del planeta.
Los avatares de la vida, las variantes económicas, el cambio de costumbres,  hicieron que aquellos esplendores de antaño fueran diluyéndose, mermando la economía  de Amadeo que alcanzó su cenit a mediados de los años de 1940.
Algunos “deslices  personales”- muy bien guardados ante su clientela- también hicieron mella.
Una relación otoñal,  que devino en  un  “amor mal avenido”  en su  madurez,  también le hizo perder mucho dinero.
El final  estaba cerca. Eran los años inmediatamente posteriores a Maracaná.
El Uruguay ya era otro, los cambios en la sociedad eran aluvionales.
 Siempre lograba salir de esos difíciles momentos desde su empecinado optimismo vital.
La  frase que reiteraba a sus amigos  era, “denme una tela, alfileres,  tijeras, hilo y agujas  y saldré adelante”.

Una muerte a su medida
Amadeo De Valiante murió en 1955 regresando en avión desde Paris.
Al llegar a Carrasco, los otros pasajeros bajaron y él quedó a bordo, como dormido en su asiento, estaba muerto.
Sobre la falda, llevaba un estuche de cuero en el que transportaba siempre sus joyas (gemelos, añillos, alfileres  de corbata…) que había sido vaciado por alguien que iba en el avión…Se catalogó el deceso como “sincope cardiaco”. No hubo investigación alguna del hecho que se dio por cerrado de inmediato.
Tan solo una breve nota necrológica, más por lo del “muerto en el avión”,  que por su pasado creativo,  dio cuenta de su final.
Hasta hace un par de años aún vivía (con más de cien años) en un retiro religioso para personas mayores, quien fuera por años su primera oficiala y su mano derecha en el atelier.
Pese a su edad seguía “cortando ropa para niños y bebés” con fines benéficos, como me confió una antigua clienta de De Valiante. Intenté verla y entrevistarla. No pudo ser.
Ahora, al volver sobre las fotos que quedaron publicadas en  la revista ANALES siento esa imperiosa necesidad  que a veces tenemos los periodistas por saber más de alguien como Amadeo De Valiante, amo y señor de la moda por tres décadas,  en una ciudad como Montevideo que- aunque hoy cueste creerlo- supo ser elegante y creativa hasta el esplendor.
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Para la realización de esta nota se contó con los testimonios (grabados en 1994) de: Velia Fiore Valiante, Olga Barcia, Ana María Rebello, Alice Mir de Sanguinetti y  Héctor Ángel Estradé  Artola entre otras personas que prefirieron no dar sus nombres públicamente. Un agradecimiento muy especial a mi querida amiga Teresita Baquè de Vaeza Belgrano por las muchas informaciones brindadas en largas charlas.  Vaya esta nota en su recuerdo.

Las ediciones consultadas de la Revista ANALES, Montevideo, son del periodo 1925 - 1952

Grifa original en un vestido de inspiración étnica diseñado por  Amadeo de Valiante c.1940