CHIQUITA, el tamaño es lo que menos importa…
El
cine reciente tiene en sus repartos a
pocos/as liliputuenses.
Tal vez la película que mayor cantidad de ellos tuvo en
pantalla fue “El mago de Oz” (1939), donde una ciudad entera de personas
pequeñas recibía a Judy Garland.
Era
Munchkinland.
Y la historia secreta (o no tanto) de Hollywood cuenta que los “munchkins” (las decenas de liliputienses reclutados para la misma) estuvieron verdaderamente fatales durante el rodaje y que sólo la mano severa de la gente de la Metro pudo hacer que se comportaran como se debe y dejaran de emborracharse o toquetear a las actrices.
Y la historia secreta (o no tanto) de Hollywood cuenta que los “munchkins” (las decenas de liliputienses reclutados para la misma) estuvieron verdaderamente fatales durante el rodaje y que sólo la mano severa de la gente de la Metro pudo hacer que se comportaran como se debe y dejaran de emborracharse o toquetear a las actrices.
Cuarenta años después en “El tambor”
(1979) apareció la Signorina Roswitha (interpretada por la actriz Mariella Oliveri, de la que poco o nada se sabe) quien era la amante del protagonista- Oskar- y que muere al
explotar una granada.
De formas graciosas, de vestir impecable con su sombrillita es un personaje que no se olvida fácilmente.
De formas graciosas, de vestir impecable con su sombrillita es un personaje que no se olvida fácilmente.
Llega Espiridiona…
Ahora, tal vez llegue al cine “Chiquita”
la novela ganadora del premio Alfaguara 2008.
Escrita por el cubano Antonio Orlando
Rodríguez relata, a modo de falsa biografía,
la vida de Espiridiona Cenda, una artista de variedades, y petite femme
fatal de fines del siglo XIX y comienzos
del XX.
Medía 65 centímetros y firmaba
autógrafos como “la muñeca viviente”.
Tuvo una vida de novela -literalmente
hablando- y desde su Cuba natal se fue a Nueva York donde hizo carrera y hasta
llegó a ser invitada la Casa Blanca.
Luego de más de un año de búsqueda y
haber encontrado a la venta por internet
un “folleto biográfico” sobre Chiquita, nombre artístico de Espiridiona
Cenda del Castillo, escrito a fines del siglo XIX, comenzó un largo trabajo en
el que la realidad se fue mezclando con
la ficción.
5 años le llevó la investigación.
5 años le llevó la investigación.
Para hacerlo aún más interesante el
autor recurre a la narración de un personaje, a los cuentos de la propia
Chiquita (famosa por lo mentirosa) y a muchos “pie de página” que pueden
desdecir todo lo anterior…
¿Quién era?
Los datos reales nos dicen que
Espiridiona nació en 1869 en la provincia cubana de Matanzas. No quiso entrar
en el circuito de “ferias rodantes” que había en su época y que le aseguraban
trabajo y dinero dada su estatura y sus “muy bonitas formas” si no que siempre
se sintió una “artista” que merecía mayor respeto que el de ser “una atracción
más”. Por ello se va a Nueva York y luego a Europa donde conoce y trata a
figuras importantísimas de la cultura y el espectáculo.
No paró tampoco con su gran cantidad de
romances. Aunque sólo se casó una vez con un joven norteamericano que vivió a sus expensas hasta que se separaron luego de una pelea feroz...
Hoy es difícil de imaginar que esta
verdadera artista/ cortesana tuviera detrás toda una fila de posibles amantes muy
ricos entre los cuales pudo elegir. Fue una alegre y desatada promiscua lindante con la ninfomanía, sin importarle nada, pues a nadie debía dar cuentas...
Ese oscuro objeto de deseo
Hay que pensar que en esos años la
mujer/ niña era un “oscuro objeto de deseo” y que en Buenos Aires las
autoridades hasta tuvieron que clausurar
un burdel famoso por tener a sus pupilas “vestidas de escolares con
tinta en los dedos de las manos…” y que era común (en Montevideo también) como
me contó alguna vez el Profesor José Pedro Barrán, que los maridos “regalaran juguetes y muñecas
a sus esposas el 6 de enero”. La mujer/niña, pequeña, de voz infantil, de vestir gracioso sin importar la edad, era buscada con avidez sexual . Hoy nos parece aberrante, pero fue así por décadas.
Ese morbo, que hoy nos llama a
horror, estaba muy presente en los hombres de entonces.
Si nos guiamos por el libro, Chiquita
tuvo que ver con la independencia de Cuba, con algunas guerras, con alianzas
imposibles y con encuentros impensados.
No hay que tomar todo en serio porque la
gracia está en no saber exactamente, a través de las páginas que es verdad y
que es fruto de la creatividad del autor.
“Chiquita es la gran historia de un
sorprendente triunfo, de una época entre dos siglos y de lo que en esos años
era la modernidad.
De sus grandes amores, de la gran
hermandad secreta de enanos y liliputienses de la que Espiridiona formaba
parte, de la magia y de los logros humanos” dice Antonio Orlando quien asegura
que jamás soñó que este personaje le trajera estos reconocimientos tantos años
después de haber sido olvidado casi completamente. Aunque en su época “fue
verdaderamente famosa”.
El autor estuvo en Montevideo para
presentar su libro en mismo año en que ganó el premio Alfaguara.
Resultó un hombre joven, culto, que sabe
perfectamente sobre lo que escribe y lo hace notablemente bien.
Fue el momento de preguntarle directamente que es
verdad y que no lo es, y allí uno descubre que Antonio sabe a la perfección jugar al misterio…
Su colección de fotos de Chiquita es una
delicia que tuvo la gentileza infinita de regalarme en perfectas copias..
En el secreto de su alianza con Chiquita
basó su éxito y no lo va a perder por sus declaraciones, lo tiene perfectamente claro.
Lo que hay que agradecerle es que escribió un libro
apasionante, rescatando del olvido a
aquella mujercita de 65 centímetros que hizo arder (y rompió) tantos corazones
hace más de 100 años.
Queda algo claro al final, las pasiones
humanas, los amores y odios nos toman por igual a todos los seres humanos…
El tamaño es lo que menos importa.Copyright © EM
Chiquita en una de sus postales promocionales a los 25 años de edad. Circa, 1894 |
Chiquita en foto promocional. Adoraba los abanicos c.1898 |