lunes, 23 de septiembre de 2013

Rasputìn, la mala prensa en la historia


Pocos personajes han tenido peor prensa que Rasputín, el famoso “monje” que se transformó en adjetivo para siempre.
Grigori Yefímovich Rasputín había nacido el 22 de enero de 1869 en  Pokróvskoye un pequeño pueblo de Siberia occidental donde tuvo una infancia y juventud difíciles.Luego de una vida dispersa donde estuvo vagando entre el misticismo exacerbado  y la lujuria más desatada  llegó a San Petersburgo en 1903 relacionándose pronto con la realeza ya que su fama ( por variados motivos) le precedió.
El cine se ha ocupado de él en varias oportunidades siempre para tratarlo de la manera más esquemática y repleta de preconceptos que no le hacen favor alguno.
Desde “Rasputín” (Alemania, 1930) que en Montevideo también se conoció como “El demonio de las mujeres”, pasando por “Rasputín y la Emperatriz” (1932) con el increíble reparto de John Barrymore, Ethel Barrymore y Lionel Barrymore, hasta “Rasputín, el monje maldito” (1966) con Christopher Lee o la última- producida para la televisión- “Rasputín, su verdadera historia” (1996) con Alan Rickman en el papel protagónico.

LAS CARTAS DE ROSTROPOVICH
Ahora las cosas están cambiando gracias a una impensada iniciativa del cellista Mstislav Rostropovich quien adquirió- por teléfono y sin verlos- en una subasta de Sothebys,  cientos de documentos que se creyeron perdidos por más de 78 años. Una vez hecha la compra los entregó al escritor e historiador Edgard Radzinsky quien a su vez los trasladó a su libro “Rasputín, la última palabra”.
Ha y que reconocer que el personaje tuvo muchas razones para ser detestado por diferentes grupos, los aristócratas que no podían permitir que un campesino sucio y semianalfabeto lograra el favor de los zares a niveles increíbles, de parte de los intelectuales que lo detestaban por su misticismo y religiosidad exacerbados  y  por el propio campesinado que pensaba que era simplemente “uno de los nuestros con suerte”. También tuvo sus seguidores, pero pocos o más bien pocas…
Los documentos sobre los que trabajó Radzinsky muestran una faceta hasta ahora desconocida la de gente que “amaba a este hombre, cartas que escribió a los zares con verdadera pasión, escritos que lo sacan del contexto existente por muchas décadas de que sólo fue un ser ambicioso hasta la enfermedad, de una voracidad sexual lindante con lo animal y con una inteligencia brillante que sólo utilizaba para conseguir sus propósitos que siempre eran malos. Ahora sé que no fue así” declara el investigador.
Fue un curandero que utilizó su sin duda notable carisma para curar imponiendo las manos o simplemente mirando a las personas que creían en él.

EL MACHO CABRÍO QUE LLEGÓ A LA CORTE IMPERIAL
Cuando llegó a San Petersburgo tenía 34 años y venía de algunas experiencias límite como la de ser parte de los “jlysty” que se creían unos “hombres de Dios que cometían los mayores pecados- especialmente carnales- porque el mayor placer  de la divinidad es el perdonar a los más grandes pecadores”.
Su falta de aseo su “olor a macho cabrío” y su  influencia en la corte al aliviar los estragos de la hemofilia del zarevich  hicieron el resto. Fue el hombre justo en el momento justo para una corte desgastada y una sociedad harta de los privilegios de unos pocos en desmedro de la mayoría hambrienta. Es muy difícil imaginar hoy lo que eran las desigualdades de entonces, es casi imposible creer lo que gastaban las familias nobles rusas en sus fiestas, palacios y joyas.
Rasputín además, y para horror de muchos,  detestaba la guerra y gustaba de la paz. Hay documentos (cartas de una secretaria entre 1914 y 1916) que dan cuenta de que negoció con los alemanes a espaldas del zar durante la Gran Guerra buscando un arreglo pacífico.
La leyenda nos ha contado por décadas que fue muerto por el príncipe Yusupov en la madrugada del 29 al 30 de diciembre de 1916. Que le dieron masas dulces espolvoreadas con cianuro y vino aderezado con el mismo veneno y que nada le hicieron. Que entonces el príncipe le tiró un balazo a quemarropa que no lo mató y que siguió vivo y sangrante hasta que otras ráfagas de plomo lo derribaron para ser luego arrojado a las heladas aguas del río Neva donde murió.

EL NUEVO RELATO
Hoy esa historia ha cambiado significativamente.
Cuando pasada la medianoche de su último día de vida Rasputín salió de su casa, iba muy distinto a como se le conocía habitualmente. Se había bañado, estrenaba una elegante camisa y pantalón de pana negro. Yusupov- que era famoso por su gusto a travestirse en dama de la corte- lo había invitado a su palacio. Hoy se sugiere un encuentro sentimental…entre ambos y no una visita a la bella Irina, esposa del dueño de casa y sobrina del zar Alejandro II como se sostuvo por décadas.
El príncipe había ordenado arreglar un sótano en su propiedad y hacerlo decorar enteramente con gran lujo. En la planta alta amigos del príncipe celebraban otra fiesta y esperaban… Hay documentación que habla de arsénico en el vino- y en proporción equivocada-  en lugar de cianuro y en que era imposible que Rasputín comiera las masas porque no ingería ni carne ni dulces porque “le oscurecían el halo”, que Yusupov odiaba las armas y era tan mal tirador que la bala apenas rozó a Rasputín. Las balas que lo abatieron- que no mataron- provinieron de la segunda andanada realizada por Dimitri Pávlovich, Purishkievich y otros de los conjurados. Se sabe también que fue tirado al río aún vivo y que hasta intentó salir a la superficie rompiendo la capa de hielo que lo cubría.
El cuerpo apareció flotando en la mañana del 30 de diciembre, la cara totalmente desfigurada, balazos en pecho, espalda y cabeza.
La historia no terminará aquí seguramente,  quedan aún muchos documentos por revisar.

PRESERVANDO UNA GRAN LEYENDA
Por estos mismos días, la legendaria masculinidad de Rasputín es la pieza estrella del Museo “Erótika” de San Petersburgo ya que, antes de tirarlo al río el príncipe Yusupov lo emasculó y guardó en formol “su trofeo”…que luego pasó por muchas manos hasta llegar a una subasta pública. Vaya destino para una pieza anatómica legendaria....
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Grigori Yefímovich Rasputín en la cumbre de su poder ante la Corte Imperial rusa. c.1915