viernes, 18 de octubre de 2013

La emperatriz Eugenia: un siglo de vida en la Historia


Cuenta la documentación de la época que pocos días antes de la caída del Segundo Imperio en 1871, la emperatriz Eugenia, recluida en sus lujosas habitaciones de las Tullerías al  enterarse de que su esposo Napoleón III había capitulado gritó ¡Un Napoleón no capitula! negándose de inmediato a abdicar ante la delegación de diputados que la visitaba a esos efectos.
Eugenia igual tuvo que huir de París junto a su fiel lectora,  Madame Le Breton en un coche de alquiler.
Al preguntarle luego que sintió en esos momentos contestó “No tenía miedo a la muerte, temía a las mujerzuelas de Paris. Me las imaginaba levantándome las faldas y riendo ferozmente…”

Los antecedentes
Eugenia era  condesa de Teba, nacida el 5 de mayo de 1826 en Granada y bautizada con los nombres de María Eugenia Ignacia Agustina Palafox de Guzmán Portocarrero y Kirkpatrick. 
Su hermana María Francisca de Sales (que luego se casó con el duque de Alba) fue quien heredó el título de Montijo por lo que Eugenia era, en realidad condesa de Teba y baronesa de Quinto, lo cual no impidió que pasara a la historia con el nombre con que se la conoce.
Educada en París con una indeleble formación católica poco pudo imaginar de joven que llegaría a ser emperatriz de Francia.
Su matrimonio con Napoleón III fue muy resistido en varios círculos,  pero ella hizo oídos sordos a reclamos o chismes de todo tipo que rodearon desde el comienzo a su figura.
Se la define como de carácter fuerte, fácilmente irritable y que lograba casi siempre sus objetivos que llegaron a transformarla en la virtual gobernante del Imperio ante un marido lindando con lo pusilánime…

Violetas Imperiales: Eugenia en el cine
El cine se ha ocupado poco y mal de este personaje cuya sola mención evoca toda una época de esplendor personal.
Lo hizo tempranamente con la versión muda de “Violetas imperiales” (1924) con la célebre cupletera Raquel Meller en el papel protagónico,  que repetiría ya en la época sonora (1932) con el mismo título.
Violetas imperiales” cuenta la historia de Violeta, una gitana que le lee la mano a Eugenia y le predice “serás emperadora”. Llegada al trono, Eugenia la manda llamar a la corte y Violeta se convierte en su amiga y confidente.
La versión cinematográfica más famosa de este relato (que fue una obra teatral con canciones en el original) se filmó en 1952 con Carmen Sevilla como la gitana y la francesa Simone Valère (doblada por la actriz española Josefina de Luna) como Eugenia. 
En Montevideo fue un éxito fenomenal de taquilla,  estrenándose simultáneamente en dos salas céntricas, el Coventry y el Rex,  el 7 de Junio de 1953.
Antes,  el personaje había aparecido  en “Suez” (1938) en la que Tyrone Powers fue Ferdinand de Lesseps y Loretta Young la emperatriz. 
En 1942 su personaje estuvo en  “La contessa Castiglione”, producción italiana con María Pía Spini como Eugenia y en 1944 se filmó “Eugenia de Montijo” que tuvo un reparto con muy prestigiosos actores teatrales españoles encabezados por Amparo Ribelles como la protagonista. 
En 1973 se filmó en México “Aquellos años” sobre Benito Juárez y aparecía allí el personaje de Eugenia con la cara de la argentina Marcela López Rey (de fisonomía imposible para el papel). Hasta hoy,  el último registro fílmico de la emperatriz  (como personaje)  estuvo en la televisión francesa con la serie de 6 horas,  “L´homme de Suez” (1984) con la italiana María Rosaria Omaggio (una voluptuosa secretaria de los programas de la RAI) como la emperatriz.
La bibliografía tampoco es tan amplia e increíblemente es más lo que se habla del personaje que lo que se ha investigado seriamente sobre el mismo. Suele suceder.

Publicista de Vuitton
Uno de los acontecimientos que más se recuerda de su reinado es la inauguración del Canal de Suez de la que fue invitada especialísima. 
Hace unos años,  estando en El Cairo,  un informado guía me comentó admirado “toda esta avenida se hizo para la visita de la emperatriz Eugenia en 1869”. Todavía la recuerdan!
Fue ella quien  puso de moda en 1854 al artesano Louis Vuitton a quien adquiría sus baúles de viaje,  lo que significó el despegue mundial de esta empresa,  pues fue seguida por otras nobles europeas que prontamente pusieron de moda estos productos vigentes hasta hoy en día como símbolo de cierto status.
A fines de 1860 abandonó las faldas enormes por otras menos imponentes y todas las mujeres con cierto poder económico la siguieron en su tendencia. 

Las tragedias familiares
Empujó a su marido a guerras, secundó con pasión la desastrosa presencia de Maximiliano y Carlota en México, ocupó la regencia del Imperio varias veces y luego de la derrota de Napoleón III en Sedán partió al exilio en Inglaterra con la dignidad de una dama. Soportó las decenas de infidelidades de su marido, a veces contraatacando, a veces callando, a ella se le endilgaron romances- nunca probados- y la derrota unió a la pareja que parecía ya separada para siempre. 
Una foto de ambos de 1872 los muestra envejecidos y abatidos, de riguroso negro y ella con la cabeza inclinada hacia un Napoleón que trata de mantener una postura de dignidad sobreactuada. Vista hoy,  es una foto tristemente patética.
En 1879 murió su único hijo en África, y se empeñó en ir al lugar de la muerte del joven hasta lograrlo. Tal vez incidió en ello que Eugenia se sintiera culpable (debido a su feroz tacañería) se había negado a comprarle montura y arneses nuevos y su hijo tuvo que usar unos antiguos que prontamente se rompieron en pleno combate,  provocando la caía al suelo del joven, donde fue muerto por decenas de lanzas.
Desde su exilio inglés,  regresó varias veces a España, o navegaba sin rumbo fijo por el Mediterráneo en su yate L´Aiglon,  rodeada de servidumbre, algo a lo que jamás renunció.

Precavida y longeva
Había tenido la precaución de llevar consigo muchas alhajas que la mantuvieron rica hasta su muerte, que ocurrió en Madrid en 11 de julio de 1920 cuando tenía 94 años de edad,  siendo luego sepultada en Inglaterra.

Casi un siglo de vida para un personaje histórico con pocos antecedentes parecidos y cuya imagen,  inmortalizada en un magnífico cuadro de  Franz-Xaver Winterhalter junto a sus damas de corte,  se vende cada domingo en la feria de Tristán Narvaja de Montevideo desde hace años en las cantidades, tamaños, colores y formatos más insólitos,  vaya a uno a saber por que misteriosas razones.
Viendo este cuadro,  que le muestra en un esplendor casi del siglo XVIII,  cuesta creer que en las últimas décadas de su vida esta mujer tuvo:  luz eléctrica, habló por teléfono, anduvo en ascensor y escaleras mecánicas, escuchó música por radio, tuvo una colección de discos de opera y varios gramófonos, visitó rascacielos,  viajó en globo aerostático y en aeroplano.
Anduvo en ascensor y hasta utilizó escaleras mecánicas en tiendas de Londres....
Ella pasó por un siglo de historia europea y la Historia europea pasó por ella. Un logro para nada menor e impensable para la niña María Eugenia Ignacia Agustina.
Copyright © EM


La Emperatriz Eugenia rodeada de las damas de su corte, óleo de Franz Xaver Winterhalter pintado en 1855. (Château de Compiègne)
Eugenia de Montijo y su esposo Napoleón III en 1872 ( la historia de esta foto se cuenta en la nota)

Eugenia de Montijo c.1880

Reproducción del equipaje Louis Vuitton que llevó a la inauguración del Canal de Suez
Última foto de la Emperatriz Eugenia junto a su ahijada Victoria Eugenia,  Junio 1920 un mes antes de morir.