Ya nadie recuerda a Monsieur D.
En la
historia del cine hay personajes que han sido retratados hasta el hartazgo y
otros, que por más fascinantes que hayan sido sus vidas, apenas si han figurado
como personajes-casi siempre- secundarios.
Tal el caso de Sergei Pavlovich Diaghilev
una autentica leyenda de las artes de comienzos del siglo XX al que sólo
recuerdo como papel de reparto en “Nijinski”
(1980) en brillante interpretación de Alan
Bates y dentro de una mala película que cada tanto en las madrugadas
montevideanas dan por el cable.
No
fue ni compositor ni intérprete, ni bailarín ni coreógrafo, ni escenógrafo ni
vestuarista, pero supo como pocos en el siglo XX, reunir a los más brillantes
de su época en cada área.
El
debut en París de los “Ballets Russes” creados por Diaghilev se produce en 1909
cuando este tenía 37 años.
Que
año! : Louis Blériot realiza la primera hazaña aérea: da un salto sobre el
Canal de la Mancha; la producción de Ford supera los diez mil coches anuales;
Lee de Forest hace los primeros ensayos de radiotelefonía, transmitiendo la voz
de Enrico Caruso desde el Metropolitan
de Nueva York; se ensaya la transmisión de imágenes por radiotelegrafía y se
hacen los primeros intentos de televisión… Aquellas primeras presentaciones del
grupo creado por el hoy olvidado Diaghilev van a influir en las más
diversas áreas como el mundo de la
decoración, del diseño gráfico, la joyería, la moda y la perfumería.
Uno de los primeros lanzamientos de Myrurgia
relacionado directamente Diaghilev -y que pocos conocen- es la emblemática
fragancia “Maderas de Oriente “que seguramente muchas uruguayas recordarán por
sus “palitos” dentro del frasco. Pionero absoluto del “packaging con algo más”.
En un momento se dijo que “Las Zapatillas rojas” (1948) estaba
inspirada en la vida de Diaghilev, un tanto dudoso. Salvo que el personaje que
hacía Moira Shearer estuviera inspirado en Vaslav Nijinsky cosa poco probable. El travestismo no era una opción entonces...
En producciones muy recientes dedicadas a los
“Ballets Russes” en las que aparecen Nijinsky y Diaghilev, se “reconstruyen”, a
partir de fotografías, lo que fueron esos años de notable creatividad ya que
fue el propio empresario quien no permitió que se filmara ninguna de las
representaciones.
Por ello tuvieron que apelar a toda la imaginación posible
las producciones “Ballets Russes”
(2005) dirigida por Dan Geller y Dayna Goldfine presentada en forma
extraordinaria en el último Festival de Sundance luego de casi 5 años de
trabajo de edición y “Nijinsky: from the
Diaries of Vaslav Nijinsky” (2001) producción australiana dirigida por Paul
Cox con la voz del gran Derek Jacoby como relator y a la que a las fotos de
época les sumaron la participación de
algunos bailarines de hoy recreando las famosas coreografías.
Ambas no
estrenadas- ni posiblemente nunca a estrenarse- en Montevideo y encontrables en
DVD por Internet.
No hay filmaciones de Nijinsky bailando, lo
cual alimenta sin duda el mito.
Algo que es imposible saber si fue hecho ex
profeso.
Identificados
con el lujo y el exotismo, el funcionamiento de la famosa
compañía fue siempre un misterio, y ese misterio se ha mantenido con el tiempo
pues la mayor parte de los acercamientos históricos y biográficos que se han
realizado, ha eludido los temas más escabrosos ( amores apasionados, rupturas
escandalosas, venganzas terribles, sueldos escasos y el funcionamiento
empresarial interno).
Hay investigaciones recientes, pero no muchas, los libros
sobre el empresario-como protagonista- no llegan a 45.
Se sabe si que los bailarines
estaban sometidos a una disciplina de
hierro que incluía ensayos de horas y horas sin que a nadie se le escapara una
queja. Diaghilev controlaba a sus “empleados” en sus carreras y en sus vidas privadas.
Tenían prohibido jugar
en casinos, tomar drogas, asistir a
fiestas o hacer declaraciones públicas sin autorización previa de su parte.
Quien por cierto, nunca las otorgaba.
Diaghilev, fue arbitrario hasta el exceso y
con un ojo acertadísimo a la hora de elegir a sus colaboradores.
Fueran estos
Picasso, Juan Gris, Stravinsky, Prokofiev, Satie, de Falla, Derain, Benois,
Fokine, León Bakst o Raoul Duffy la última palabra siempre la tenía él.
Dos
anécdotas que muestran al empresario en toda su faceta de personaje a recordar. Cuando un jovencísimo Jean Cocteau
quiso escribir y montar un ballet, Diaghilev lo retó a hacerlo con un fuerte
“Etonne moi!” (¡Sorpréndeme!).
En respuesta al reto Cocteau combinó su talento
con el del compositor Erik Satie, el coreógrafo Leonide Massine y el pintor Pablo
Picasso para crear un ballet revolucionario “Parade”, que se representó por
primera vez en 1917.
Y
otra, que tiene que ver con otro personaje, aún menos recordado, el bailarín
Félix el loco.
Félix
Fernández García (nombre probable, pero no seguro). Nacido en Sevilla en 1893 y
muerto en Epson (Gran Bretaña) en 1941.
Diaghilev lo contrató en 1918 para participar
en la nueva versión de “El Corregidor y la Molinera” (conocida también como “El
Sombrero de tres picos”) de Manuel de
Falla que sería estrenada en Londres.
La bailarina Tamara
Karsavina, quien interpretaría a la molinera, ha dejado
constancia de algunas de las cosas que allí ocurrieron:
"Diaghilev, con el fin de inspirarme en
la composición de mi nuevo papel, me pidió que fuera a verlo bailar en el
Savoy, de Londres. Era muy tarde cuando, después de cenar, bajamos al salón
donde Félix -a quien apodaban “el loco”- se puso a bailar. Le observaba con
admiración y estupefacción, boquiabierto, meditando sobre aquella aparente
fuerza de la naturaleza detrás de la cual se presentía el instinto impetuoso de
un semisalvaje.
Sin
hacerse rogar, Félix ejecutó baile tras baile y cantó con voz gutural y nostálgica acompañándose con la guitarra. Me sentía
entusiasmada: olvidé que nos hallábamos en la sala de un gran hotel hasta que
los camareros, en voz baja, nos hicieron notar que era demasiado tarde y que el
espectáculo debía terminar. También se dirigieron los empleados a Félix, pero
este no les hizo caso: su espíritu volaba muy lejos. Con las luces apagadas siguió
como un poseso..."
Pero al final no bailó en el estreno de la
obra y literalmente acabó de enloquecer….
Cuando ve que en los carteles su
nombre no aparece por ninguna parte, abandona el teatro enloquecido, entra en la
iglesia de St. Martin in the Fields y ante el altar rompe a danzar hasta caer exhausto. A partir de entonces
Félix pierde la razón y es internado en un hospital de Epson en el que le diagnostican esquizofrenia
catatónica permaneciendo internado hasta
su muerte en 1941, es decir 33 años después.
Me
hubiera gustado conocer a Diaghilev quien seguramente era insoportable en el
trato y por esas cosas de la vida de algún modo hemos estado en “contacto”.
Vi
muchos de sus “objetos” en un par de oportunidades, la muestra de hace 20 años
de decorados y vestuarios de los “Ballets Russes” en el Metropolitan Museum de
New York adonde aún hoy sorprenden los
colores salvajes y apabullantes de hace casi un siglo y en 2001 en el Museo
D´Orsay de Paris en la enorme exposición “Nijinsky”
de la que emergía casi sin nombrarlo el hombre que lo convirtió en leyenda.
Y hay una más.
Visitando el cementerio de Venecia hace años, me encontré con una pequeña
tumba olvidada por la gente, sin una flor, sucia y llena de polvo.
Allí recordé el relato de Vladimir Fedorovski en "La historia secreta de los Ballets Rusos".
"Unos días antes del 19 de agosto de 1929 día de la muerte de Monsier D., Serge Lifar, quien pasados cinco años juntos , ya amaba a Diaghilev, se alarmó con el pedido de un médico ruso que lo atendió en Venecia de cambiar la posición de su cama de enfermo.
Era un signo de muerte inminente.
El 18 de agosto, Lifar hizo venir un cura ortodoxo de la iglesia griega con sede en La Serenìsima...
Diaghilev entró en coma profundo.
Cuando "dio su último suspiro", Lifar estaba a su lado derecho, Boris Kochno (su secretario, y también amante ), a la izquierda.
Missia Sert, permaneció parada a sus pies.
Y, una vez muerto, de la tragedia a la tragicomedia: Lifar y Kochno pasaron a disputarse el cuerpo sin vida.
Rodaron por tierra, y se mordieron como perros.
Kochno perdìo la batalla y tuvo que contentarse con ocuparse del funeral junto con Missia, y Lifar se encerró solo con el cadáver.
Coco Chanel , quien salió de la habitación por unos minutos y no estuvo en el preciso momento del deceso, dio el dinero necesario para una ceremonia digna.
No obstante, en el entierro, Lifar y Kochno volvieron a encontrarse en la primera de las tres góndolas, en la que iba el féretro.
El cortejo arribó al cementerio ruso de la isla San Michele, los dos portaron el ataúd, de rodillas, hasta la tumba…a la cual intentó lanzarse Lifar en gesto de una teatralidad suprema... que Diaghilev hubiera detestado...
Y allí están los restos de
Sergei Diaghilev desde su muerte a los 57 años en 1929.
Se dice que terminó
pobre, un sobretodo comido por la polillas y un par de zapatos agujereados...
Casi no tenla dinero en el banco, estaba en la ruina quien manejó millones... y si no fuera por Chanel tal vez habrían tenido que recurrir a la caridad pública para las exequias...
Alguien
dijo:
“Aquí en el cementerio de la isla de San Michele los extranjeros mueren
más definitivamente y ya nadie los recordará…” parece que la profecía se está
cumpliendo.
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Vestuario original en exposición |
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Retrato de Diaghilev pintado en 1904 por Valentín Serov
Vestuario original en exposición
Diaghilev en sus últimos años
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