jueves, 19 de septiembre de 2013

¡Ay Liborio!

Cuando se estrenó “Ay, Juancito” (2004) dirigida por Héctor Olivera, más allá de la valoración crítica de la película que tenía gruesos errores históricos,  una excelente ambientación y una actuación protagónica (de Adrián Navarro)de primer nivel, me pareció un buen ejemplo de cómo rescatar a personajes no protagonistas de la HISTORIA pero que si la acompañaron desde lugares de excepción.
En este caso Juan Duarte el hermano de Eva y el primer peronismo.

LIBORIO Y SUS ESCÁNDALOS
Hace unos años descubrí otro de esos personajes de vida agitada que merecería por derecho propio que su vida fuera llevada al cine, cosa improbable, de todas formas.
Liborio Justo vivió 101 años. Nació en 1902 y murió en 2003. Hijo del General Agustín P. Justo, presidente golpista argentino,  se le considera el introductor del trotskismo en su país y fue célebre por el escándalo que armó durante la visita oficial de Flanklin Delano Roosevelt a Buenos Aires cuando en pleno discurso ante el Congreso argentino le arrebató el micrófono al visitante para gritar a voz en cuello (y por radio y altoparlantes) “¡Muera el imperialismo yanqui!”. Fue detenido entonces y recluido en una de las estancias de su padre, pero por poco tiempo.
En realidad Liborio hacía años que estaba abocado a la difusión de sus ideas políticas con los seudónimos de Lobodón Garra y Quebracho con los que pretendía alejarse de su verdadero nombre.
Uno de sus libros será llevado al cine en  “Río abajo” (1960) con dirección de Enrique Dawl y un elenco integrado por los ignotos Andrés Rasmanauskas, Sofía Malifantas y Hermenegildo Rodríguez que más suenan a seudónimos aunque este dato me fue imposible corroborar.
Casi nadie vio la película y nunca más hizo nada en esta industria.

EL REDESCUBRIMIENTO
En el Museo de Arte Hispanoamericano “Isaac Fernández Blanco” de Buenos Aires  pude ver en 2005 la exposición “Liborio Justo: Fotografías. La búsqueda de la verdad.” 
Un descubrimiento que sorprendió a muchos.
Es que entre las muchas cosas que hizo Liborio en su larguísima vida fue sacar fotos.
Pero fotos que hoy adquieren un valor casi único.
En 1930 ganó una beca del Instituto de Educación de Nueva York, ciudad a la que volverá en repetidas ocasiones.  En 1934, en plena crisis del crack del 29, decide fotografiar a gente común en las calles de la ciudad pidiendo limosna, haciendo cola por un trabajo, buscando comida en la basura, intentando conseguir unos centavos para poder vivir, iglesias evangélicas puestas en alquiler,desocupados sin casa durmiendo en las veredas... Son fotos duras, sin sonrisas,  sin concesiones a la hermosura.
Los casi 300 negativos permanecieron olvidados por décadas. La hija de Liborio, Mónica Justo-quien hace más de 30 años reside en Londres- las encontró hace unos años en unos baúles, y se las llevó a su lugar de residencia.
En 1985 -y por sugerencia de Teresa Anchorena-  en una sala de Galerías Pacífico se mostraron públicamente algunas de las fotos por primera vez. Liborio tenía entonces 83 años y quedó muy contento y sorprendido por su tardío reconocimiento como “fotógrafo”.algo que él consideraba no era.
Una muestra de las mismas llega a la “Howard Greenberg Gallery “de Nueva York que en 2001 le hizo una oferta suculenta por la colección completa de negativos que Liborio decidió aceptar. Con ese dinero quería reeditar su libro “Pampas y lanzas”,  cosa que hace.
Tenía 99 años y viviría aún más...

PASANDO UN SIGLO DE VIDA
Cuando llegó a los 100 en 2002,  varios periodistas lo entrevistaron en su ascético departamento del porteño barrio de Belgrano. Él atendió a todos con amabilidad, sentado frente a una enorme foto de las Torres Gemelas en llamas y la leyenda “Comenzó la agonía del imperialismo yanqui” escrita a mano por él mismo como consignó en su momento el suplemento Zona de Clarín.
Trostkista, antisoviético, anticapitalista, cronista social, historiador, obrero de fábrica, tripulante de balleneros finlandeses, islero del Ibicuy, hijo de un ex presidente golpista, viajero empedernido, luego fotógrafo redescubierto y de gran valor. Alguien ha comparado sus fotos neoyorkinas de los años 30 con la actualidad argentina de hoy. Efectivamente es así.
Desconozco cuando se exhibirán nuevamente pero si se enteran de ello... no dejen de ver estos documentos notables. ¡Ay, Liborio (!) que cantidad de historias tuviste en tus 101 años de vida!
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 Obreros desempleados, New York, 1934 Foto: Liborio Justo

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