El prestigio cultural
de las lágrimas
Resulta
sorprendente que haya tan poco estudio publicado sobre las lágrimas y que una
vez que nos ponemos a pensar en ello surjan las más interesantes
consideraciones.
La
publicación de “El llanto. Historia cultural de las lágrimas” de Tom Lutz (por
parte de Taurus) viene a llenar un vacío.
Es
curioso y comprobable saber que en el
cine, los malos –generalmente- no lloran
pero si ríen.
El
llanto está reservado para los personajes buenos o sufrientes.
El
misógino de Oscar Wilde escribió “El llanto es el refugio de las mujeres feas
pero la ruina de las bonitas”.
En
algo tiene razón.
Llanto femenino,
llanto masculino
Muchas veces hemos escuchado a mujeres (hoy
sobre todo, las mayores) decir “he llorado tanto…” como si esas lágrimas les
redimieran de todo y marcara una elevación en la consideración de quien recibe
la frase.
En
“Los muchachos no lloran” (1999)
Hilary Swank era una chica que quería ser chico y pagará con su vida su
decisión.
El
título de la película era toda una declaración de la que hemos escuchado hablar
todo el tiempo: LOS HOMBRES NO LLORAN.
Vaya
uno a saber a quién se le ocurrió semejante mamarracho porque los hombres
lloramos aunque-justo es decirlo- no hacemos ostentación de ello.
Hoy
“podemos llorar porque nos da la gana, verter todas las lágrimas que sean
necesarias o hacer de nuestras palabras lágrimas, porque el llanto es para
cualquier persona un acto natural que encierra diversas emociones y
pensamientos”.
Digamos
que en los últimos años que el hombre sensible llore, se ha validado.
Cine y lágrimas
Repasemos
algunos títulos de películas que tuvieron a las lágrimas de protagonistas (en sus títulos locales, que ya sabemos que
pueden ser terroríficas en la traducción) simplemente para ver hasta qué punto
las lágrimas eran- y son convocantes. : “Lagrimas de hombre” (1939); “Lágrimas
de una madre” (1946) que no podía faltar como título y con Olivia de Havilland,
con fama de llorona y mala; “La mujer sin lágrimas”( 1951) nada menos que con
Libertad Lamarque una llorona estelar por décadas; “Lágrimas amargas” (1952)
con Bette Davis; “Lágrimas robadas” (1953) con Delia Garcés; “La lágrimas de Petra von Kant” (1972);
“Moscú no cree en lágrimas” (1979) que fue
una adelantada de la perestroika (!); “EL juego de las lágrimas” (1992)
que incluía escena de “sorpresa” sexual…; “Lágrimas del sol” ( 2003) con Bruce Willis en el
elenco o la iraní “Lagrimas y frío” (2004).
De
acuerdo a lo que el historiador Tom Lutz propone en su libro: “aunque el llanto es una referencia recurrente
en la literatura, son escasos los estudios que se han hecho desde la
perspectiva de la ciencia médica o las disciplinas sociales para explicar el
confuso lenguaje de las lágrimas, que lo mismo puede expresar frustración,
súplica, orgullo, liberación, alegría o tristeza, por mencionar sólo alguno de
sus significados”.
Lutz
pasó cinco años de su vida estudiando las lágrimas. ¿Habrá llorado mientras
escribía su libro?
Posiblemente
sí.
William
Blake escribió “El exceso de pena ríe. El
exceso de dicha llora”
Al Werther de Goethe se le ve como un héroe
romántico por llorar como loco, a otros no y se transforman en meros llorones
que no generan empatía alguna.
Otras lágrimas…
Yo
no supe que se podía llorar de alegría hasta que terminé primer año de liceo y
salvé con buena nota.
Mi
madre se puso a llorar y ante mi pregunta de por qué lloraba me contestó “se
puede llorar también de felicidad”.
La
pobre moriría pocas semanas después.
“El llanto tiene un prestigio del que carece
la risa”.
Los
malos del cine ríen.
Reír
es para ellos lo que para los “buenos “es llorar.
La
risa tiene también sus películas: “Operación risa” (1964) que era soviética;
“Risas y tiros en el circo” (1960) de las “dos” Alemanias (RFA y RDA); La
sonrisa de mamá” (1971) con Libertad Lamarque (que era buenísima y reía y lloraba pero moría de una “enfermedad
terminal” al final…); y hasta los egipcios se decidieron con “Risas, juegos,
seriedad y amor”(1993) con Omar Sharif, los búlgaros hicieron lo propio con “Sonrisa por cien
pesos”(1995) para público infantil y hasta llegamos a “La sonrisa de Mona Lisa”
(2003) con Julia Roberts.
El libro
“Historia
cultural de las lágrimas” se lee con mayor atención que lo que el
título podría sugerir.
¿Qué
tan lejos quedaron los tiempos en que la gente iba al cine a ver una buena
película “para llorar”?
A
veces no viene nada mal y puede ser un
buen ejercicio catártico.
Escribe
Tom Lutz: “Dejar de llorar es inhumano, deberíamos preocuparnos por no tener
suficiente corazón pero, en cambio, no tenemos que preocuparnos de que el mundo
se quede sin lágrimas…”.
Copyright © EM
El descendimiento de la cruz, de Roger van der Wayden, c. 1436 |