viernes, 28 de febrero de 2014

Marie Bashkirtseff, talentosa, censurada, tísica y luchadora



Hasta hace pocos días no sabía quién era.
Con asombro me entero ahora que hay hasta grupos mundiales que mantienen viva su memoria, es que Marie Bashkirseff escribió un DIARIO que se convirtió en toda una descripción de un mundo y una forma de vivir que trascendió las épocas y los gustos pese a haber muerto a los 25 años…
Mirando, una vez más,  libros usados en la feria de Tristán Narvaja me encontré con un pequeño ejemplar  de 125 páginas editado por el Centro Editor de América Latina en 1977 que me descubrió a una joven ucraniana, de nacionalidad rusa, apasionada y apasionante que vivió entre 1858 y 1884.
Es que salvo alguna excepción muy especial como  “Camille Claudel” (1988),  “Lola Mora” (1995) o la más reciente “Séraphine”  sobre la notable Séraphine Louis (2008),  no hay películas dedicadas a mujeres pintoras o escultoras. Siempre son personajes secundarios como la pintora Lee Krasner (Marcia Gay Harden, que se llevó el Oscar a mejor actriz secundaria) en “Pollock” (2000).
Y el cine magnifica, amplía, difunde,  el conocimiento de estas mujeres que asombrosamente tuvieron que vivir en un tiempo en que ser artista y mujer carecía del interés que podía suscitar un hombre con menos talento.

¿Quién fue Marie?
Marie Bashkirtseff escribe un delicioso diario (que comenzó a escribir al cumplir los 15 años) en el que da cuenta de su vida, fundamentalmente en París, de sus viajes (muchos), de su luchas por no poder sentarse en un café a tomar algo y a mirar a la gente porque es mujer (como también lo dijo Delmira Agustini de Montevideo pocos años después).
Escribe Marie: “Lo que más envidio al hombre es la libertad de pasear solo, de ir y venir, de sentarse donde quiera, en los bancos del jardín de las Tullerías, de detenerse a contemplar las vidrieras artísticas, de entrar a museos y en iglesias, de caminar al atardecer por las antiguas calles. Eso es lo que envidio, esa libertad, sin ella es imposible convertirse en un verdadero artista”.

Censurando una vida y la verdad posterior…
El diario que conozco es apenas una sombra de la obra completa.
Su madre se encargó se cortarlo y armarlo a su gusto lo cual fue un desastre, pero tuvo la buena idea de donar el trabajo completo a la Biblioteca Nacional de París para su "posible publicación 50 años después de su propia muerte".
El tiempo para publicar la versión completa de los 84 cuadernos originales que dejó Marie comenzó en 1964 pero la “versión censurada” ya se publicó en 1887 (a tres años de la muerte)  y en París; en 1889 aparece en inglés en Estados Unidos; en 1890 en Londres y recién años más tarde en español, en 1903 y en Buenos Aires, pese a que la madre llegó a pedir a Doña Emilia Pardo Bazán, consejo para publicarlo en España a poco de la muerte de Marie.
Según un trabajo  reciente de la City University of New York – “tanto la edición de 1887 como subsecuentes ediciones y traducciones son expurgaciones de los manuscritos originales, censuras que empobrecen una gran obra…”.
Todas las primeras ediciones del DIARIO de Bashkirtseff fueron cambiadas, cortadas y contaminadas por la madre, su primer editor, Albert Theuriet y luego por el aventurero Pierre Borel, quien logró que Madame Bashkirtseff le diera los originales y los fragmentó con miras al “sensacionalismo comercial” publicándolos  por entregas a manera de los folletines muy en boga entonces. No pasó de tres fascículos...

La pintora, la tisis y el final
Tuvo verdadero talento para la pintura- poco reconocido en su momento-  pero hoy sus obras se encuentran en el Museo D´Orsay, en el Petit  Palais y en otras colecciones muy importantes.
Se miran, casi siempre,   sin saber quién fue esa artista de vida tan corta e intensa.
La Academia Julian de Paris, donde se formó, tenía un piso principal para los hombres y un sobre piso para las mujeres que querían estudiar allí.
Marie nunca estuvo conforme con ese confinamiento “al entrepiso” y más de una vez se enfrentó a sus maestros por ello.
Es que hoy resulta increíble lo que era la condición femenina (aunque fuera de familia rica e influyente) en ese entonces.
Comentando el DIARIO de Marie, Rubén Darío escribe en 1911 “Lo encuentro plagado de naderías, cosas comunes, uno que otro epifonema, observaciones picantes…pero admiro la forma, por momentos aparece la perla, el talento…”.
Amado Nervo leyó la obra en 1915 y escribe “Alabo el alma desnuda de la Bashkirtseff, creando a través de su figura,  un fuerte contraste entre lo que ella representa y el mundo en el que me ha tocado vivir a mi…”
Marie estaba tísica, lo que era en ese momento,  una sentencia de muerte.
Lo sabe y se resiste, pero esas fuerzas van menguando, el 20 de octubre de 1884 escribe “hace ya un par de días que mi cama está en el salón. Nadie se da cuenta, porque la habitación es muy grande y está dividida por biombos, además del piano y los taburetes, Lo que ocurre es que me resulta sumamente difícil subir la escalera…
Así se interrumpe el relato, 11 días después,  muere.
Se la sepultó en el Cementerio de Passy (París). La familia mandó construir una capilla/mausoleo  estilo ruso que diseñó Emile Lepage y que tiene la particularidad de reproducir en su interior el estudio de Marie hasta en sus mínimos detalles,  lo que ha llevado a que la ciudad de París la declarase monumento histórico.
Se la puede visitar algunos días por año,  solamente.
Existe hoy mismo un activo Cercle des amis de Marie Bashkirtseff abocado a la difusión de su obra  y que en 2005 completó la primera versión completa del DIARIO en 16 volúmenes de 300 páginas cada uno. 4800 páginas de vida...
Prepara otras ediciones, por ahora solamente en francés,  que estarán listas en poco tiempo.
Ella, que soñó con ser recordada en el tiempo,  lo ha logrado.  
Aunque pocos conozcamos su nombre y tengamos que descubrirla en una feria de domingo entre viejos libros usados…
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"Armandine" una de las últimas pinturas de Marie, 1884

viernes, 21 de febrero de 2014


El petiso orejudo.


Conocí la historia del “petiso orejudo” cuando estaba al aire el programa de televisión “Siglo XX Cambalache” que hace ya muchos años se exhibía en un horario lateral en la televisión local.
La historia de este asesino serial (casi) infantil, conmovió a las sociedades argentina  y uruguaya  de comienzos del siglo pasado que, hasta entonces,  no habían registrado un caso así.
Por otra parte, hace tres años, visitando el penal de Ushuaia volví a tener conocimiento (esta vez  en directo) de Cayetano Santos Godino nombre real de este adolescente que horrorizó a sus contemporáneos.

La (mala) traslación al cine
Hace unos días vi, en DVD, la película “El niño de barro” (2007) una producción hispano/ argentina que lo tiene como personaje alrededor del cual se desarrolla todo el filme sin que el espectador sepa, hasta el final, quien de los muchachos es el asesino.  Centra la acción en el hijo de una pobre inmigrante española que tiene delirios y visiones anticipadas de crímenes que pueden inducir a que el asesino es él.
No se entiende bien por que el director y guionista Jorge Algora, inspirado en estos hechos reales, dedica su metraje al personaje de ficción en lugar del personaje real, que en realidad aparece en unas 3 o 4 escenas nada más.
La película llegó a estrenarse en Montevideo pero apenas duró un par de días en cartel.
Una lástima,  porque a pesar de los reparos antes mencionados, tiene una notable reconstrucción de época, unas actuaciones excelentes y toca un tema apasionante como es la apabullante realidad de un niño asesino de niños que tiene unos pocos años más que ellos.

Enfermo, asesino, sórdido y abandonado
Cayetano Santos Godino no tuvo una vida fácil desde el comienzo.
Nacido el 31 de octubre de 1896,  hijo del inmigrante calabrés Fiore Godino y Lucía Ruffo. El padre era un alcohólico golpeador y sifilítico (no le faltaba nada) que lo crió en la calle.
En septiembre de 1904 -con 7 años- pegó hasta casi matar a un niño de 2 años al que arrojó sobre una planta espinosa en el momento en que pasaba por allí un policía que lleva a los dos a la comisaría.
Con 8 años Cayetano le da la cabeza contra una piedra a la bebé (18 meses) Ana Neri  y nuevamente es descubierto por un policía que lo lleva detenido hasta que la madre vuelve a buscarlo sin que se realicen denuncias en su contra.
Ya en 1906( con 10 años)  comete su primer crimen contra una niña de dos años a la que golpea y entierra viva.
Su padre dice que ya no puede con él y se presenta ante la policía. Ha quedado el escrito realizado en ese momento:
”A los 5 días del mes de abril de 1906 comparece ante el Comisario de Investigaciones quien dice ser, bajo juramento, Fiore Godino, italiano de 42 años de edad con 18 de residente en el país, casado, farolero y domiciliado en la calle 24 de Noviembre 623. Expresa que tiene un hijo llamado Cayetano, argentino, de nueve años y cinco meses, el cual es absolutamente rebelde a la represión paternal, resultando que molesta a todos los vecinos, arrojándoles cascotes o injuriándolos; que deseando corregirlo en alguna forma, recurre a la Policía para que lo recluyan  donde crean oportuno y para el tiempo que quieran. …”
Cayetano estuvo recluido poco más de 8 semanas para volver a la calle y a sus andadas.
La crueldad que va introduciendo en sus asesinatos es creciente, sorprende en su crueldad.
Finalmente, en 1908 y luego de cuatro homicidios probados y alguno más que dijo cometer pero de los que no se encontraron pruebas, Cayetano es llevado al  Hospicio de las Mercedes y estuvo a punto de ser dejado en libertad por el Juez al considerarlo “incapaz y retardado”.
Intenta huir, es trasladado entonces a la Penitenciaría Nacional de la calle Las Heras y es en 1923 en que es llevado al tristemente famoso penal de Ushuaia donde permanecerá hasta su muerte en 1944.Tenía 48 años y desde hacía mucho tiempo era un muerto caminante.
Allí siguió con sus tropelías, esta vez contra un gato de los internos,  lo que provocó la ira de estos que le dieron una paliza que le costó casi un mes de hospital…pero no se detuvo en su irrefrenable necesidad de matar…
En el penal fue objeto de todos los ultrajes imaginables: violaciones seriales, lo fotografiaron desnudo innumerable cantidad de veces para “mostrar” su enorme naturaleza masculina que era objeto de burla (o deseo…) por parte de médicos, carceleros y reclusos,  además de los diarios golpes corporales que lo hicieron vivir en un auténtico infierno. 
Un médico argentino de la época, basado en las teorías de Cesare Lombroso, representante del "positivismo criminológico",  llegó a asegurar que las acciones asesinas de Cayetano eran fruto del tamaño desmedido de sus orejas y sus órganos genitales...
Esta absurda teoría increíblemente tiene sus seguidores casi un siglo después. 
Es relativamente fácil hoy encontrar en la web una galería de fotos del Petiso Orejudo- todavía adolescente- totalmente desnudo.
Hoy es una de las “estrellas” del penal más austral del mundo para los miles de turistas de todo el mundo que acuden a ver lo que fue esa “Cárcel del fin del mundo” que, por cierto, se mantiene en perfecto estado de conservación.
Cuentan su historia unos paneles mal diagramados junto a algunas fotos de pésima calidad, hasta hay ropas que pertenecieron a Cayetano.
Todos salen conociendo que estuvo allí encerrado por  21 años. 
NO hay referencia alguna a su vida familiar.
En 1947 el penal de Ushuaia fue clausurado para siempre como tal por orden de Juan Domingo Perón. 
Cuando fueron a buscar sus restos,  no estaban en el Cementerio penitenciario que también se cerró como tal..
La esposa del último director del lugar,  usaba como pisapapeles,  el fémur  del Petiso Orejudo.
Sus restos se perdieron para siempre.
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Cayetano Santos Godino, alias El petiso orejudo c.1916

viernes, 14 de febrero de 2014


París, 1941-1944
Las polémicas fotos en color de Monsieur Zucca


Cuando Steven Spielberg  iba a comenzar el rodaje de “La lista de Schlinder” (1993) dejó claramente establecido que para él “toda imagen de la Segunda Guerra Mundial debería filmarse en blanco y negro”.
Es que los millones de imágenes que tenemos de esos tiempos, raramente son en color.
El desarrollo de la tecnología/color aún no estaba masificado y el propio dramatismo de la época,  llevó a que en el imaginario general esos registros gráficos serían para siempre en una gama de grises, del más oscuro al más claro.
La última vez que visité París fue en enero de 2007 y  ya se hablaba entonces de “las fotos en color de André Zucca” que serían expuestas- en un total de 270- en la Biblioteca Histórica de la Ciudad en pleno barrio del Marais un año después.
Zucca había nacido  en el Piamonte en 1897. Siendo  niño viajó a Estados Unidos y en 1915 fue a Francia donde se establecerá hasta su muerte.
No fue un fotógrafo famoso en su época y murió- bajo el nombre de André Piernic- en 1973 viviendo  modestamente y  sacando fotos de bodas, cumpleaños y bautismos.
Entre medio fue un decidido colaboracionista de los ocupantes alemanes y fotógrafo contratado por  la revista de propaganda nazi SIGNAL para la que sacaba fotos que le pagaban  muy bien.
Curiosamente pocas veces las mismas fueron publicadas y simplemente quedaron como “registros” en su propio archivo personal. Es más, ninguna de estas fotos en color de París se publicó nunca porque no se consideraron “interesantes” por las autoridades alemanas.
En 1941 los servicios de ocupación nazi le entregaron una cantidad importante de película AGFACOLOR (la competencia directa de la norteamericana KODAKOLOR), un material del que ningún otro fotógrafo disponía por su elevado costo y la imposibilidad de obtenerlo si no era con orden “directa de los servicios de  propaganda de las fuerzas de ocupación”.
Zucca se dedicó entonces- pacientemente-  a fotografiar la vida parisina que le rodeaba entre 1941 y 1944.


La Muestra y el escándalo
 La exposición “Los parisinos bajo la ocupación abrió finalmente en Marzo  de 2008 y desencadenó un escándalo de proporciones.
Las fotografías fueron consideradas “políticamente incorrectas” al mostrar una ciudad que no parecía estar pasando los rigores de una ocupación militar, con “deslumbrantes colores y gente animadamente común” y - por sobre todo-  aparentemente “ajena a los horrores que se vivían en esos tiempos”.
Zucca había muerto hacía 35 años, su hijo Pierre, quien fuera realizador y guionista cinematográfico también, no sin antes ofrecer el archivo de su padre a la Biblioteca Histórica de París- unos 25000 negativos- por una suma simbólica.
Temía que si las llevaba a subasta, las mismas podían ser compradas por grupos privados “de interés” que las destruyeran.
Nunca se habían visto públicamente con anterioridad.
El conflicto (nunca resuelto)  de décadas que sobrellevan los  parisinos  por su actitud colectiva durante  la ocupación alemana volvió a la superficie.
A las voces clamando por la clausura directa de la Muestra se sumaron  otras que dejaron claro que las fotos fueron “registros espontáneos”  de esos años que mostraron- eso sí- a una parte de la población en su vida diaria y no a la totalidad de la misma.
 La vida en Paris  no se paralizó, la gente siguió viviendo como pudo y algunos (más de los que pueda aceptarse para muchos) “no la pasaron tan mal” pero de esto nunca se habla aunque es históricamente cierto.
Los espectáculos brillaron y los cabarets y clubes nocturnos trabajaron a sala llena. Algo que pocas veces se recuerda, porque se deberían entonces nombrar a los artistas –muy famosos varios de ellos- que participaron de los mismos…
En sólo dos de las 270 fotos se ven a ciudadanos judíos con la Estrella de David pegada en sus abrigos (una de ellas se puede ver en esta nota).
No hay colas por el racionamiento ni arrestos masivos registrados.
También se ven las banderas de cruz gamada ondeando por la Rue de Rivoli ,  jóvenes francesas departiendo en los Jardines de Luxemburgo o luciendo sombreros a la moda de entonces por la Place Vendôme.
Jean Baronet, curador de la Muestra,  asumió vivamente la defensa de la misma afirmando “a diferencia de Robert Capa, no pertenece a ningún círculo político, el fotógrafo era un individualista que sólo sacó las fotos que le parecieron pertinentes, las fotos que consideró adecuadas para reflejar el momento que estaba viviendo”.
Es sugestiva la madre con su hijo cruzando la calle a pasos del Arco de Triunfo donde un enorme cartel anuncia una gran exposición sobre “Los bolcheviques contra Europa” que se llevaba a cabo en esos momentos en la Salle Wagram o  un hombre mirando un aviso con la leyenda “Si quieres ganar más dinero, ven a trabajar a Alemania”, algo extraordinariamente raro en su utilización del “tuteo” que sabemos no es común entre los franceses.

Negociación ante un tema tabú
 Finalmente, y ante la posibilidad –real- de que algún grupo de exaltados atacara la Muestra y la negativa a clausurarla, se negoció entregar a cada visitante (fueron miles,  alentados por la polémica) una “hoja de sala” que enmarcaba el contexto histórico en que las fotos habían sido tomadas.
El historiador Jean-Pierre Azéma sugirió que la exposición cambiara su nombre por el de “Algunos parisinos bajo la ocupación” pero no fue atendida su propuesta,  pese a ser el autor del prólogo del libro/ catálogo.
Otros intelectuales tomaron la opción de manifestarse indignados ante los clamores de censura con frases como “¿Es necesario explicar a un espectador la foto de tres muchachas con lentes de sol en las que un fotógrafo se detuvo,  o aclarar que ese hombre mostró lo que quería de una ciudad que siguió su trajinar en medio de la ocupación? “.
El catálogo de la Muestra-editado por Gallimard- se agotó a los pocos días. 
Un comentario .nunca probado- es que algunas personas compraron cientos de ellos para “sacarlos de circulación”. 
Esto nunca se constató de forma fehaciente,  pero es interesante saber que la editorial nunca aprobó una “segunda edición” pese a los reclamos al respecto.
Un amigo uruguayo que vive hace años en Paris lo encontró (usado) en una librería barrial  y me lo trajo de regalo.
Es así que podemos hoy compartir una pequeña muestra de estas polémicas fotos.
André Zucca fue arrestado luego de la “liberación de París”, acusado de colaboracionista.
Lo fue, sin duda.
Estuvo preso casi un año y al salir de la cárcel se mudó  a Dreux donde vivió modesta y cautamente por casi 30 años como Monsieur Piernic, el fotógrafo “para fiestas familiares”.
Durante los meses que duró la Muestra se recordaron comentarios formulados por artistas de aquellos años.
 Me llamó la atención una frase de la actriz/ estrella Arletty (murió a los 94 años en 1992)  quien entre otras películas estelarizara  en 1942 (plena ocupación) el clásico “Los visitantes de la noche” dirigida por Marcel Carné.
Consultada por su vida en  aquellos años,  se limitó a resumirlos en esta frase: “Mi corazón era francés,  pero mi culo, internacional”.
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Las fotos han sido tomadas del catálogo de la Exposición “Les parisiens sous l'occupation” realizada entre el 20 de marzo y  el 1 de julio de 2008 en la Bibliothèque de la Ville de Paris.  Ediciones Gallimard, Paris- 2008.
La revista Signal fue comprada por el autor de la nota en la feria de Tristán Narvaja de Montevideo en 1997.











viernes, 7 de febrero de 2014

El otro James Dean



Puede ser por su miopía, por su  cara, la sonrisa infantil no carente de morbo, por alguno de sus gestos. Pero el escritor francés Robert Brasillach – hoy en el olvido más absoluto- en algún momento fue llamado “el otro James Dean”.

Una promesa frustrada
Fue un escritor que prometía, y que durante duros tiempos para la humanidad se transformó en EL COLABORACIONISTA por antonomasia para toda una sociedad, como lo define la estudiosa Alice Kaplan  de la Duke University quien publicó hace poco “The Collaborator”  (aún sin traducción al español), considerado un trabajo –casi- definitivo sobre esta figura que según se anuncia ahora, puede llegar al cine como una gran superproducción del cine galo.
Muchos recordamos “Lacombe,  Lucien” (1974) la película de Louis Malle que se animó a tratar el tema de los colaboracionistas  franceses en una época en que era tabú como tema y aquella historia ubicada en 1944 en un pueblito del suroeste francés en el que Lucien de 18 años, hijo de un miembro de la resistencia (en la que no le es permitido ingresar) se une al grupo de colaboracionistas que lo pondrá en situación de conseguir, al menos por un período de tiempo, lo que quiera en materia de poder…
Robert Brasillach no era un jovencito de 18 años cuando fue fusilado (tenía 36 años) por orden directa de Charles De Gaulle  el 6 de febrero de 1945 juzgado como traidor a su patria.
Se dice que hasta 1939 era LA joven promesa de las letras francesas, aunque hoy, el revisionismo histórico dice que no era para tanto.

El paso del tiempo…
Visto en perspectiva,  ya en 1937, dos años antes de comenzar la II Guerra Mundial,  había viajado a Núremberg  al histórico congreso nacionalsocialista dando por resultado su reportaje/ libro “Cien horas con Hitler”.
También había escrito (junto a quien sería su cuñado, Maurice Barèche) una reconocida Historia del cine que aún hoy se lee por lo documentado del trabajo cuando aún no había  muchos estudios importantes sobre el tema.
Después creyó y predicó que la verdad estaba en la Alemania nazi al punto de integrar la publicación fascista francesa de la época “Je suis partout” desde donde fustigó a diestra y siniestra a quienes “tenían raíces judías o eran amigos de estos”.

Un infame traidor sincero
Hoy puede decirse que Brasillach fue un “traidor sincero” quien  efectivamente creía en esas ideas de modo absoluto.
Otros como él- tal vez el más famoso fue Cèline- logró ser indultado en 1951 y volvió a Francia desde Dinamarca donde se encontraba exiliado en 1957.
Brasillach fue juzgado durante tres días y fusilado casi de inmediato pese a una célebre carta de petición de gracia dirigida a De Gaulle y firmada por destacadísimos intelectuales contrarios a la ideología nazi.
Estos parecían haber olvidado que el joven escritor había denunciado desde “Je suis partout” a aquellos quienes  “observan una actitud reticente ante los ocupantes alemanes” y llegando a la infamia de revelar los apellidos originales de quienes “habían maquillado su identidad para sobrevivir”.

Los olvidados
Si hoy se hace una lista de aquellos nombres de escritores que abiertamente colaboraron con los ocupantes alemanes surgen fácilmente el ya nombrado Cèline, pero también Montherlant, Paul Claudel y Mauriac, que-increíblemente- no eran del gusto nazi como sí Brasillach, Drieu La Rochelle y Alphonse de Chateaubriant.
 Hoy olvidados definitivamente, salvo Cèline,  quien es un gran poeta que sobrevive a todo.
Época negra para los franceses, que poco quieren  recordar porque abarca más nombres de los que se pueda pensar.
Los archivos siguen negando cada vez más aquella “verdad” que se quiso vender al mundo al finalizar la guerra: “Hubo una mayoría resistente y una minoría colaboracionista”.
 La Profesora  Kaplan, autora del libro sobre Brasillach dice “Esta genial ficción política del General De Gaulle le permitió evitar una guerra civil en su país y el fusilamiento del joven escritor fue,  en este sentido,  el último gesto de esa misma política”.
Cuando en 2002 Bertrand Tavernier estrenó “LAISSEZ-PASSER” (con este nombre se estrenó en Cinemateca Uruguaya) sobre la experiencia de dos artistas del Estudio Continental, creado para filmar películas nazi/francesas fue criticado por proponer una mirada benevolente entre el “sobrevivir y resistir” cuando estaba mostrando algo más acorde a la realidad  sobre lo que pasó en aquellos años.
Cuando se transforme en película “The Collaborator “(sin título definitivo aún)  en un par de años, podremos tener una nueva mirada hacia Robert Brasillach, a quien la historia ya juzgó hace mucho tiempo, más allá del fusilamiento firmado por De Gaulle en 1945 como gesto final a una época de la que todos creyeron  huir pero que cada tanto revela nuevos descubrimientos. Y seguirá haciéndolo…esta historia NO terminó.
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Robert Brasillach en su juventud c.1935

viernes, 24 de enero de 2014

Soraya, cazada, repudiada, rica e infeliz…




Para que el nombre que titula esta columna tenga sentido, los probables lectores deberán tener más de 35 años.
Dudo que alguien de menor edad pueda recordar a esta mujer que durante muchos años vivió entre el más deslumbrante “jet set” europeo,  muriera-en misteriosas circunstancias nunca aclaradas en 2001-  y fuera considerada “la princesa de los ojos tristes” al haber sido “repudiada” por su marido, el Sha Reza Pahlevi en 1958, por la imposibilidad de poder darle hijos…
En una época en que estas historias “vendían mucho”, Soraya (¿se imaginan a cuantas mujeres en el mundo le pusieron ese nombre por ella?) se convertirá en un “personaje” elegante y luminoso de toda Europa.

Su vida
Nacida en Ispahán (cerca de Teherán) el 22 de junio de 1932,  su verdadero nombre era Soraya Esfandiary.
Hija de Khalil Esfandiary,  de la nobleza iraní y de Eva Karl, alemana,  su belleza fue especialmente deslumbrante.
Fue la segunda esposa  de Mohamed Reza Pahlevi con quien se casó en 1951.
Se dice que el Sha la conoció por una fotografía suya que lo deslumbró y “ordenó” el casamiento. Fue un caso de caza imperial...
Esa boda y los años que le siguieron fueron- de acuerdo a lo relatado por la propia Soraya muchos años después- “Un verdadero tormento (…) No tardé en darme cuenta de que las mujeres de la corte poseían mucho poder. En una palabra, la corte real era demasiado femenina. Las hermanas del Sha y su madre, aunque oficialmente carecían de poder, mandaban en todos los asuntos de Estado. Era un régimen matriarcal que siempre me detestó”.
También habló de que su supuesta infertilidad no fue más que “una burda mentira urdida por un grupo de médicos iraníes para obligar al Sha a repudiarme”. Extremo este nunca probado.

Después del repudio
Pero más allá de los supuestos “ojos tristes “de la  princesa, poco evitó los muchos romances que tuvo luego del divorcio.
Se dice que el primer pretendiente que tuvo fue el rey Faruk de Egipto, pero de allí a otros millonarios magnates de toda Europa su vida sentimental fue bastante movida.
Poco quedaba entonces de aquella muchachita que el 12 de febrero de 1951 con 19 años y pesando 40 kilos se casaba con una ceremonia de cuento de hadas en una tarde de Teherán bajo la nieve,  enfundada en un vestido realizado especialmente por Christian Dior en lamé de plata  y piedras preciosas con un peso de 17 kilos que-literalmente- la hizo desplomar al piso camino al Palacio donde se celebraría la boda.
Era una belleza serena de ojos hermosamente claros.
Nunca tuvo idea del tipo de régimen que encabezaba su esposo el Sha  a quien por años influyeron de modo fundamental dos personas: su hermana melliza,  Ashraf  y un jardinero gay, Ernst Prodon (conocido como el “Rasputín de Irán”) quien había sido compañero de estudios del Sha en Suiza y al que quiso tener a su lado hasta su muerte viviendo como su único y privilegiado confidente y amigo especialísimo.
La hermana y Ernst detentaban un poder REAL y siniestro en el país.
Al separarse,  el Sha le permitió a Soraya seguir utilizando el título de” princesa imperial”, le regaló  una cuantiosa fortuna y un pasaporte diplomático de por vida.
No fue poco.
 Salieron entonces decenas de crónicas supuestamente escritas por Soraya con frases como: “Mis lágrimas se habían agotado para dejarme en el fondo de mis ojos un brillo intenso. La vida ya no sería nunca lo que fue…” que hicieron las delicias de millones de señoras y señoritas de entonces en el mundo entero.

Soraya y el cine
Quiso convertirse en actriz de cine  y será la película “Los tres rostros de una mujer” (1964) la que supuestamente “lanzaría” su carrera y fue publicitada con bombos y platillos.
Pese a estar dirigida por Antonioni, Bolognini  y Franco Indovina fue un fracaso total.
 En el elenco estaban los eminentes Alberto Sordi y Richard Harris que poco pudieron hacer.
Película de “episodios” como se estiló durante un tiempo en el cine italiano de entonces, en el primero de ellos Soraya huía de los periodistas que la acosaban y se encontraba con Dino de Laurentiis en persona, en el segundo tiene varios “amantes célebres” y termina en el tercero con una historia de enamoramiento mutuo con Alberto Sordi.
En Montevideo se estrenó el 15 de Julio de 1965 en el cine Plaza sin mayor éxito, la gente ya la estaba olvidando y ni siquiera la curiosidad movió multitudes.

Una muerte anunciada
Fue encontrada muerta por su mucama en su apartamento en Paris en octubre de 2001, sufría de varices severas en las piernas que la atormentaban, estaba sola y deprimida.
No soportaba la cercana llegada de los 70 años.
Murió sin dejar testamento,  dejando  una fortuna de más de 80 millones de euros que por vericuetos legales fueron a dar al fisco de… Alemania.
Está enterrada en el cementerio de Múnich.
Para asombro de muchos,  fue la única integrante de la familia imperial no repudiada por el régimen de Jomeini ni jamás fue acusada por el régimen de los ayatolás. Las verdaderas razones se desconocen y nunca más se habló de ella.
Si viviera,  este año 2014 cumpliría 82 años.
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Soraya en un fotograma de su película "Los tres rostros de una mujer", 1964



viernes, 17 de enero de 2014

El prestigio cultural de las lágrimas



Resulta sorprendente que haya tan poco estudio publicado sobre las lágrimas y que una vez que nos ponemos a pensar en ello surjan las más interesantes consideraciones.
La publicación de “El llanto. Historia cultural de las lágrimas” de Tom Lutz (por parte de Taurus) viene a llenar un vacío.
Es curioso y comprobable saber  que en el cine,  los malos –generalmente- no lloran pero si ríen.
El llanto está reservado para los personajes buenos o sufrientes.
El misógino de  Oscar Wilde escribió “El llanto es el refugio de las mujeres feas pero la ruina de las bonitas”.
En algo tiene razón.

Llanto femenino, llanto masculino
 Muchas veces hemos escuchado a mujeres (hoy sobre todo, las mayores) decir “he llorado tanto…” como si esas lágrimas les redimieran de todo y marcara una elevación en la consideración de quien recibe la frase.
En “Los muchachos no lloran” (1999) Hilary Swank era una chica que quería ser chico y pagará con su vida su decisión.
El título de la película era toda una declaración de la que hemos escuchado hablar todo el tiempo: LOS HOMBRES NO LLORAN.
Vaya uno a saber a quién se le ocurrió semejante mamarracho porque los hombres lloramos aunque-justo es decirlo- no hacemos ostentación de ello.
Hoy “podemos llorar porque nos da la gana, verter todas las lágrimas que sean necesarias o hacer de nuestras palabras lágrimas, porque el llanto es para cualquier persona un acto natural que encierra diversas emociones y pensamientos”.
Digamos que en los últimos años que el hombre sensible llore,  se ha validado.

Cine y lágrimas
Repasemos algunos títulos de películas que tuvieron a las lágrimas de protagonistas  (en sus títulos locales, que ya sabemos que pueden ser terroríficas en la traducción) simplemente para ver hasta qué punto las lágrimas eran- y son convocantes. : “Lagrimas de hombre” (1939); “Lágrimas de una madre” (1946) que no podía faltar como título y con Olivia de Havilland, con fama de llorona y mala; “La mujer sin lágrimas”( 1951) nada menos que con Libertad Lamarque una llorona estelar por décadas; “Lágrimas amargas” (1952) con Bette Davis; “Lágrimas robadas” (1953) con Delia Garcés;  “La lágrimas de Petra von Kant” (1972); “Moscú no cree en lágrimas” (1979) que fue  una adelantada de la perestroika (!); “EL juego de las lágrimas” (1992) que incluía escena de “sorpresa” sexual…; “Lágrimas  del sol” ( 2003) con Bruce Willis en el elenco o la iraní “Lagrimas y frío” (2004).
De acuerdo a lo que el historiador Tom Lutz propone en su libro:  “aunque el llanto es una referencia recurrente en la literatura, son escasos los estudios que se han hecho desde la perspectiva de la ciencia médica o las disciplinas sociales para explicar el confuso lenguaje de las lágrimas, que lo mismo puede expresar frustración, súplica, orgullo, liberación, alegría o tristeza, por mencionar sólo alguno de sus significados”.
Lutz pasó cinco años de su vida estudiando las lágrimas. ¿Habrá llorado mientras escribía su libro?
Posiblemente sí.
William Blake escribió “El exceso de pena ríe. El exceso de dicha llora
Al  Werther de Goethe se le ve como un héroe romántico por llorar como loco, a otros no y se transforman en meros llorones que no generan empatía alguna.

Otras lágrimas…
Yo no supe que se podía llorar de alegría hasta que terminé primer año de liceo y salvé con buena nota.
Mi madre se puso a llorar y ante mi pregunta de por qué lloraba me contestó “se puede llorar también de felicidad”.
La pobre moriría pocas semanas después.
El llanto tiene un prestigio del que carece la risa”.
Los malos del cine ríen.
Reír es para ellos lo que para los “buenos “es llorar.
La risa tiene también sus películas: “Operación risa” (1964) que era soviética; “Risas y tiros en el circo” (1960) de las “dos” Alemanias (RFA y RDA); La sonrisa de mamá” (1971) con Libertad Lamarque (que era buenísima y reía  y lloraba pero moría de una “enfermedad terminal” al final…); y hasta los egipcios se decidieron con “Risas, juegos, seriedad y amor”(1993) con Omar Sharif, los búlgaros  hicieron lo propio con “Sonrisa por cien pesos”(1995) para público infantil y hasta llegamos a “La sonrisa de Mona Lisa” (2003) con Julia Roberts.

El libro
Historia cultural de las lágrimas” se lee con mayor atención que lo que el título podría sugerir.
¿Qué tan lejos quedaron los tiempos en que la gente iba al cine a ver una buena película “para llorar”?
A veces no viene nada  mal y puede ser un buen ejercicio catártico.
Escribe Tom Lutz: “Dejar de llorar es inhumano, deberíamos preocuparnos por no tener suficiente corazón pero, en cambio, no tenemos que preocuparnos de que el mundo se quede sin lágrimas…”.
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El descendimiento de la cruz, de Roger van der Wayden, c. 1436




viernes, 10 de enero de 2014

Insoportable, traicionero,  talentoso y suicida.


Hace ya unos cuantos años, dirigiendo una sala teatral,  se me ocurrió programar una serie semanal de lecturas con varias primeras figuras de entonces.
Asì desfilaron- entre muchos otros/as- Alberto Candeau (leyendo el discurso de aceptación del Nobel de William Faulkner), Enrique Guarnero ( leyendo a Edgar Allan Poe), Maruja Santillo ( leyendo a Gertrude Steir), Estela Medina ( Emily Dickinson), Armando Halty (Norman Mailer) y Luis Bebe Cerminara leyendo a Truman Capote.
Me costó bastante convencerlo porque según Cerminara , “Capote es un ser inaguantable”….Le proporcioné varios textos de “Música para camaleones” hasta que finalmente me dijo,” bueno, lo hago”, sin imaginar por un instante que esa lectura casi forzada se transformaría luego en su espectáculo “Haciendo Capote” que hizo por todo el país  y el extranjero por varios años con singular éxito. 
Fui testigo directo de que un teatro repleto lo aplaudiera de pie en Asunción del Paraguay al terminar una función. Bebe Cerminara había encontrado uno de los personajes de su vida aunque nada tuviera que ver con él.
Capote vivía todavía,  pero ya en estado semi-retirado, aún no había cumplido los 58 años en ese entonces.

La película y el personaje real
Ante el  film CAPOTE (2005)  con la notable y merecidamente premiada actuación de Phillip Seymour Hoffman no pude menos que recordar aquella primera conversación en que traté de convencer a Cerminara (otro actor fuera de serie) de aceptar al personaje…
Dicen, quienes le conocieron cercanamente que realmente era insoportable su voz y sus actitudes que fluctuaban entre un amaneramiento risible y un egocentrismo llevado al máximo posible. 
En la película, en medio de una de las tantas reuniones sociales a las que asiste al verlo hablar con un cigarrillo en una mano y una copa en la otra,  un personaje dice” estamos presenciando el nacimiento de un romance apasionado: Capote enloqueciendo por Capote”.
Hoy sabemos- y la película no deja duda al respecto- que no dudó en traicionar a los asesinos de la familia de Holcomb, Kansas para escribir su obra maestra “A sangre fría” considerada como uno de los primeros ejemplos de “relato periodístico mezclado con elementos de la mejor narrativa”.
Repartió dinero para conseguir permisos especiales, dilaciones de sentencias, también desoyó clamores o decenas de cartas pidiendo ayuda, mintió diciendo que “todavía no he escrito una palabra” cuando ya había ofrecido muy comentadas “lecturas públicas” de su relato.
Su extraña amistad con el asesino Perry Smith (con el otro, Richard “Dick” Hickock no simpatizaron mutuamente desde el comienzo), es un enigma aunque dijo sentirse casi “hermanado por sus orígenes familiares parecidos”.
Luego se impacientó hasta la histeria cuando pasaban los años y no los ejecutaban. 
El crimen se cometió en 1959, los ejecutaron en 1965 y la novela se editó en 1966.
Acertadamente, en el final de la proyección se lee un cartel que dice que Capone no escribió otra novela posterior. Fueron sólo relatos.

El relato y la muerte civil
Y cometió un pecado que a la corta (que no a la larga...) le significaría un (casi) suicidio social.
Luego de la publicación de “A sangre frìa” dedicò varios  meses a preparar su célebre fiesta “en blanco y negro” que ofreció en el Waldorf Astoria de Nueva Cork. 
Fue la nota aguda de su vida…
Viajaba por el Mediterráneo en lujosos yates, era amigo de Jackeline Kennedy, Elizabeth Taylor, lo fue de Marilyn y hasta de Greta Garbo ( la anécdota -real- del apaleamiento de uno de sus mucamos que osó arreglar un almohadón de su casa en el que había quedado marcada la anatomía de la Garbo integraba la selección de Cerminara). 
Se trataba con Chaplin y Oona O`Neill pero también  se veía y frecuentaba a Cocteau, Mishima y hasta a Albert Camus.
Pero nada parecía importarle en el mundo más que si mismo. 
Hasta que un día decidió jugar a Proust – a quien admiraba-  y comenzar a escribir una serie de relatos que conformarían una novela que, a la manera de “En busca del tiempo perdido” retratarían , sin mucho disimulo, a las más conocidas figuras de la sociedad neoyorkina con todas sus miserias, defectos y pocas virtudes.
Cuando publicó como adelanto en 1975,  en la revista Esquire “La Cote Basque” aquellas personas que le festejaban cada insolencia, cada chisme dicho a los gritos, cada risotada chillona le dio la espalda. 
Nunca más fue recibido en sus casas, nunca más fue invitado a ningún crucero por las islas griegas. 
Le declararon la muerte civil.  
No fue difícil, él nunca había hablado bien de nadie en ningún lado, por lo que  tampoco tuvo defensores.

Un fin a medida
Fue el comienzo del fin para Capote, que se hundió cada vez más y más en el alcohol y las pastillas.
No pudo escribir una frase mas y su fortuna-que era considerable- fue consumiéndose rápidamente entre internaciones, hoteles en los que se recluía para no ver a nadie aunque no tuviera persona que lo llamara o quisiera ver y gastos absurdos.
Murió el 26 de agosto de 1984 a las 12:21 del mediodía.
Dice la leyenda que dijo a quien estaba a su lado “Si te importo, no hagas nada…déjame ir”. Tenía 59 años y pronto cumpliría los 60.
Tal vez lo mató su propio resplandor, una sobredosis de vanidad mezclada con litros de vodka o el haberse dado cuenta finalmente de que de aquel jovencito rubio,  ingenioso y talentoso que fue- y pensaba seguir siendo- sólo quedaba una patética sombra. 
Nunca se sabrá la verdad, se fue con él, aunque  difícilmente la admitiera...
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Truman Capote en su dorada juventud c.1956