viernes, 24 de enero de 2014

Soraya, cazada, repudiada, rica e infeliz…




Para que el nombre que titula esta columna tenga sentido, los probables lectores deberán tener más de 35 años.
Dudo que alguien de menor edad pueda recordar a esta mujer que durante muchos años vivió entre el más deslumbrante “jet set” europeo,  muriera-en misteriosas circunstancias nunca aclaradas en 2001-  y fuera considerada “la princesa de los ojos tristes” al haber sido “repudiada” por su marido, el Sha Reza Pahlevi en 1958, por la imposibilidad de poder darle hijos…
En una época en que estas historias “vendían mucho”, Soraya (¿se imaginan a cuantas mujeres en el mundo le pusieron ese nombre por ella?) se convertirá en un “personaje” elegante y luminoso de toda Europa.

Su vida
Nacida en Ispahán (cerca de Teherán) el 22 de junio de 1932,  su verdadero nombre era Soraya Esfandiary.
Hija de Khalil Esfandiary,  de la nobleza iraní y de Eva Karl, alemana,  su belleza fue especialmente deslumbrante.
Fue la segunda esposa  de Mohamed Reza Pahlevi con quien se casó en 1951.
Se dice que el Sha la conoció por una fotografía suya que lo deslumbró y “ordenó” el casamiento. Fue un caso de caza imperial...
Esa boda y los años que le siguieron fueron- de acuerdo a lo relatado por la propia Soraya muchos años después- “Un verdadero tormento (…) No tardé en darme cuenta de que las mujeres de la corte poseían mucho poder. En una palabra, la corte real era demasiado femenina. Las hermanas del Sha y su madre, aunque oficialmente carecían de poder, mandaban en todos los asuntos de Estado. Era un régimen matriarcal que siempre me detestó”.
También habló de que su supuesta infertilidad no fue más que “una burda mentira urdida por un grupo de médicos iraníes para obligar al Sha a repudiarme”. Extremo este nunca probado.

Después del repudio
Pero más allá de los supuestos “ojos tristes “de la  princesa, poco evitó los muchos romances que tuvo luego del divorcio.
Se dice que el primer pretendiente que tuvo fue el rey Faruk de Egipto, pero de allí a otros millonarios magnates de toda Europa su vida sentimental fue bastante movida.
Poco quedaba entonces de aquella muchachita que el 12 de febrero de 1951 con 19 años y pesando 40 kilos se casaba con una ceremonia de cuento de hadas en una tarde de Teherán bajo la nieve,  enfundada en un vestido realizado especialmente por Christian Dior en lamé de plata  y piedras preciosas con un peso de 17 kilos que-literalmente- la hizo desplomar al piso camino al Palacio donde se celebraría la boda.
Era una belleza serena de ojos hermosamente claros.
Nunca tuvo idea del tipo de régimen que encabezaba su esposo el Sha  a quien por años influyeron de modo fundamental dos personas: su hermana melliza,  Ashraf  y un jardinero gay, Ernst Prodon (conocido como el “Rasputín de Irán”) quien había sido compañero de estudios del Sha en Suiza y al que quiso tener a su lado hasta su muerte viviendo como su único y privilegiado confidente y amigo especialísimo.
La hermana y Ernst detentaban un poder REAL y siniestro en el país.
Al separarse,  el Sha le permitió a Soraya seguir utilizando el título de” princesa imperial”, le regaló  una cuantiosa fortuna y un pasaporte diplomático de por vida.
No fue poco.
 Salieron entonces decenas de crónicas supuestamente escritas por Soraya con frases como: “Mis lágrimas se habían agotado para dejarme en el fondo de mis ojos un brillo intenso. La vida ya no sería nunca lo que fue…” que hicieron las delicias de millones de señoras y señoritas de entonces en el mundo entero.

Soraya y el cine
Quiso convertirse en actriz de cine  y será la película “Los tres rostros de una mujer” (1964) la que supuestamente “lanzaría” su carrera y fue publicitada con bombos y platillos.
Pese a estar dirigida por Antonioni, Bolognini  y Franco Indovina fue un fracaso total.
 En el elenco estaban los eminentes Alberto Sordi y Richard Harris que poco pudieron hacer.
Película de “episodios” como se estiló durante un tiempo en el cine italiano de entonces, en el primero de ellos Soraya huía de los periodistas que la acosaban y se encontraba con Dino de Laurentiis en persona, en el segundo tiene varios “amantes célebres” y termina en el tercero con una historia de enamoramiento mutuo con Alberto Sordi.
En Montevideo se estrenó el 15 de Julio de 1965 en el cine Plaza sin mayor éxito, la gente ya la estaba olvidando y ni siquiera la curiosidad movió multitudes.

Una muerte anunciada
Fue encontrada muerta por su mucama en su apartamento en Paris en octubre de 2001, sufría de varices severas en las piernas que la atormentaban, estaba sola y deprimida.
No soportaba la cercana llegada de los 70 años.
Murió sin dejar testamento,  dejando  una fortuna de más de 80 millones de euros que por vericuetos legales fueron a dar al fisco de… Alemania.
Está enterrada en el cementerio de Múnich.
Para asombro de muchos,  fue la única integrante de la familia imperial no repudiada por el régimen de Jomeini ni jamás fue acusada por el régimen de los ayatolás. Las verdaderas razones se desconocen y nunca más se habló de ella.
Si viviera,  este año 2014 cumpliría 82 años.
Copyright © EM

Soraya en un fotograma de su película "Los tres rostros de una mujer", 1964



viernes, 17 de enero de 2014

El prestigio cultural de las lágrimas



Resulta sorprendente que haya tan poco estudio publicado sobre las lágrimas y que una vez que nos ponemos a pensar en ello surjan las más interesantes consideraciones.
La publicación de “El llanto. Historia cultural de las lágrimas” de Tom Lutz (por parte de Taurus) viene a llenar un vacío.
Es curioso y comprobable saber  que en el cine,  los malos –generalmente- no lloran pero si ríen.
El llanto está reservado para los personajes buenos o sufrientes.
El misógino de  Oscar Wilde escribió “El llanto es el refugio de las mujeres feas pero la ruina de las bonitas”.
En algo tiene razón.

Llanto femenino, llanto masculino
 Muchas veces hemos escuchado a mujeres (hoy sobre todo, las mayores) decir “he llorado tanto…” como si esas lágrimas les redimieran de todo y marcara una elevación en la consideración de quien recibe la frase.
En “Los muchachos no lloran” (1999) Hilary Swank era una chica que quería ser chico y pagará con su vida su decisión.
El título de la película era toda una declaración de la que hemos escuchado hablar todo el tiempo: LOS HOMBRES NO LLORAN.
Vaya uno a saber a quién se le ocurrió semejante mamarracho porque los hombres lloramos aunque-justo es decirlo- no hacemos ostentación de ello.
Hoy “podemos llorar porque nos da la gana, verter todas las lágrimas que sean necesarias o hacer de nuestras palabras lágrimas, porque el llanto es para cualquier persona un acto natural que encierra diversas emociones y pensamientos”.
Digamos que en los últimos años que el hombre sensible llore,  se ha validado.

Cine y lágrimas
Repasemos algunos títulos de películas que tuvieron a las lágrimas de protagonistas  (en sus títulos locales, que ya sabemos que pueden ser terroríficas en la traducción) simplemente para ver hasta qué punto las lágrimas eran- y son convocantes. : “Lagrimas de hombre” (1939); “Lágrimas de una madre” (1946) que no podía faltar como título y con Olivia de Havilland, con fama de llorona y mala; “La mujer sin lágrimas”( 1951) nada menos que con Libertad Lamarque una llorona estelar por décadas; “Lágrimas amargas” (1952) con Bette Davis; “Lágrimas robadas” (1953) con Delia Garcés;  “La lágrimas de Petra von Kant” (1972); “Moscú no cree en lágrimas” (1979) que fue  una adelantada de la perestroika (!); “EL juego de las lágrimas” (1992) que incluía escena de “sorpresa” sexual…; “Lágrimas  del sol” ( 2003) con Bruce Willis en el elenco o la iraní “Lagrimas y frío” (2004).
De acuerdo a lo que el historiador Tom Lutz propone en su libro:  “aunque el llanto es una referencia recurrente en la literatura, son escasos los estudios que se han hecho desde la perspectiva de la ciencia médica o las disciplinas sociales para explicar el confuso lenguaje de las lágrimas, que lo mismo puede expresar frustración, súplica, orgullo, liberación, alegría o tristeza, por mencionar sólo alguno de sus significados”.
Lutz pasó cinco años de su vida estudiando las lágrimas. ¿Habrá llorado mientras escribía su libro?
Posiblemente sí.
William Blake escribió “El exceso de pena ríe. El exceso de dicha llora
Al  Werther de Goethe se le ve como un héroe romántico por llorar como loco, a otros no y se transforman en meros llorones que no generan empatía alguna.

Otras lágrimas…
Yo no supe que se podía llorar de alegría hasta que terminé primer año de liceo y salvé con buena nota.
Mi madre se puso a llorar y ante mi pregunta de por qué lloraba me contestó “se puede llorar también de felicidad”.
La pobre moriría pocas semanas después.
El llanto tiene un prestigio del que carece la risa”.
Los malos del cine ríen.
Reír es para ellos lo que para los “buenos “es llorar.
La risa tiene también sus películas: “Operación risa” (1964) que era soviética; “Risas y tiros en el circo” (1960) de las “dos” Alemanias (RFA y RDA); La sonrisa de mamá” (1971) con Libertad Lamarque (que era buenísima y reía  y lloraba pero moría de una “enfermedad terminal” al final…); y hasta los egipcios se decidieron con “Risas, juegos, seriedad y amor”(1993) con Omar Sharif, los búlgaros  hicieron lo propio con “Sonrisa por cien pesos”(1995) para público infantil y hasta llegamos a “La sonrisa de Mona Lisa” (2003) con Julia Roberts.

El libro
Historia cultural de las lágrimas” se lee con mayor atención que lo que el título podría sugerir.
¿Qué tan lejos quedaron los tiempos en que la gente iba al cine a ver una buena película “para llorar”?
A veces no viene nada  mal y puede ser un buen ejercicio catártico.
Escribe Tom Lutz: “Dejar de llorar es inhumano, deberíamos preocuparnos por no tener suficiente corazón pero, en cambio, no tenemos que preocuparnos de que el mundo se quede sin lágrimas…”.
Copyright © EM

El descendimiento de la cruz, de Roger van der Wayden, c. 1436




viernes, 10 de enero de 2014

Insoportable, traicionero,  talentoso y suicida.


Hace ya unos cuantos años, dirigiendo una sala teatral,  se me ocurrió programar una serie semanal de lecturas con varias primeras figuras de entonces.
Asì desfilaron- entre muchos otros/as- Alberto Candeau (leyendo el discurso de aceptación del Nobel de William Faulkner), Enrique Guarnero ( leyendo a Edgar Allan Poe), Maruja Santillo ( leyendo a Gertrude Steir), Estela Medina ( Emily Dickinson), Armando Halty (Norman Mailer) y Luis Bebe Cerminara leyendo a Truman Capote.
Me costó bastante convencerlo porque según Cerminara , “Capote es un ser inaguantable”….Le proporcioné varios textos de “Música para camaleones” hasta que finalmente me dijo,” bueno, lo hago”, sin imaginar por un instante que esa lectura casi forzada se transformaría luego en su espectáculo “Haciendo Capote” que hizo por todo el país  y el extranjero por varios años con singular éxito. 
Fui testigo directo de que un teatro repleto lo aplaudiera de pie en Asunción del Paraguay al terminar una función. Bebe Cerminara había encontrado uno de los personajes de su vida aunque nada tuviera que ver con él.
Capote vivía todavía,  pero ya en estado semi-retirado, aún no había cumplido los 58 años en ese entonces.

La película y el personaje real
Ante el  film CAPOTE (2005)  con la notable y merecidamente premiada actuación de Phillip Seymour Hoffman no pude menos que recordar aquella primera conversación en que traté de convencer a Cerminara (otro actor fuera de serie) de aceptar al personaje…
Dicen, quienes le conocieron cercanamente que realmente era insoportable su voz y sus actitudes que fluctuaban entre un amaneramiento risible y un egocentrismo llevado al máximo posible. 
En la película, en medio de una de las tantas reuniones sociales a las que asiste al verlo hablar con un cigarrillo en una mano y una copa en la otra,  un personaje dice” estamos presenciando el nacimiento de un romance apasionado: Capote enloqueciendo por Capote”.
Hoy sabemos- y la película no deja duda al respecto- que no dudó en traicionar a los asesinos de la familia de Holcomb, Kansas para escribir su obra maestra “A sangre fría” considerada como uno de los primeros ejemplos de “relato periodístico mezclado con elementos de la mejor narrativa”.
Repartió dinero para conseguir permisos especiales, dilaciones de sentencias, también desoyó clamores o decenas de cartas pidiendo ayuda, mintió diciendo que “todavía no he escrito una palabra” cuando ya había ofrecido muy comentadas “lecturas públicas” de su relato.
Su extraña amistad con el asesino Perry Smith (con el otro, Richard “Dick” Hickock no simpatizaron mutuamente desde el comienzo), es un enigma aunque dijo sentirse casi “hermanado por sus orígenes familiares parecidos”.
Luego se impacientó hasta la histeria cuando pasaban los años y no los ejecutaban. 
El crimen se cometió en 1959, los ejecutaron en 1965 y la novela se editó en 1966.
Acertadamente, en el final de la proyección se lee un cartel que dice que Capone no escribió otra novela posterior. Fueron sólo relatos.

El relato y la muerte civil
Y cometió un pecado que a la corta (que no a la larga...) le significaría un (casi) suicidio social.
Luego de la publicación de “A sangre frìa” dedicò varios  meses a preparar su célebre fiesta “en blanco y negro” que ofreció en el Waldorf Astoria de Nueva Cork. 
Fue la nota aguda de su vida…
Viajaba por el Mediterráneo en lujosos yates, era amigo de Jackeline Kennedy, Elizabeth Taylor, lo fue de Marilyn y hasta de Greta Garbo ( la anécdota -real- del apaleamiento de uno de sus mucamos que osó arreglar un almohadón de su casa en el que había quedado marcada la anatomía de la Garbo integraba la selección de Cerminara). 
Se trataba con Chaplin y Oona O`Neill pero también  se veía y frecuentaba a Cocteau, Mishima y hasta a Albert Camus.
Pero nada parecía importarle en el mundo más que si mismo. 
Hasta que un día decidió jugar a Proust – a quien admiraba-  y comenzar a escribir una serie de relatos que conformarían una novela que, a la manera de “En busca del tiempo perdido” retratarían , sin mucho disimulo, a las más conocidas figuras de la sociedad neoyorkina con todas sus miserias, defectos y pocas virtudes.
Cuando publicó como adelanto en 1975,  en la revista Esquire “La Cote Basque” aquellas personas que le festejaban cada insolencia, cada chisme dicho a los gritos, cada risotada chillona le dio la espalda. 
Nunca más fue recibido en sus casas, nunca más fue invitado a ningún crucero por las islas griegas. 
Le declararon la muerte civil.  
No fue difícil, él nunca había hablado bien de nadie en ningún lado, por lo que  tampoco tuvo defensores.

Un fin a medida
Fue el comienzo del fin para Capote, que se hundió cada vez más y más en el alcohol y las pastillas.
No pudo escribir una frase mas y su fortuna-que era considerable- fue consumiéndose rápidamente entre internaciones, hoteles en los que se recluía para no ver a nadie aunque no tuviera persona que lo llamara o quisiera ver y gastos absurdos.
Murió el 26 de agosto de 1984 a las 12:21 del mediodía.
Dice la leyenda que dijo a quien estaba a su lado “Si te importo, no hagas nada…déjame ir”. Tenía 59 años y pronto cumpliría los 60.
Tal vez lo mató su propio resplandor, una sobredosis de vanidad mezclada con litros de vodka o el haberse dado cuenta finalmente de que de aquel jovencito rubio,  ingenioso y talentoso que fue- y pensaba seguir siendo- sólo quedaba una patética sombra. 
Nunca se sabrá la verdad, se fue con él, aunque  difícilmente la admitiera...
Copyright © EM

Truman Capote en su dorada juventud c.1956







jueves, 2 de enero de 2014

Ya nadie recuerda a Sarah Bernhardt, una pionera.

Quienes pudieron verla en alguna de sus miles de presentaciones a lo largo y ancho del mundo durante varias décadas, insisten en que nunca hubo una actriz que con su voz encantara a la audiencia como ella.
Algo no comprobable desde el HOY porque los registros que existen son de pésima calidad y porque- fundamentalmente- la sensibilidad colectiva es diametralmente otra muy distinta.

Sarah y el cine

Sarah Bernhardt- asombrosamente- filmó 10 películas de corta duración, todas mudas, naturalmente y que incluyen desde escenas de obras famosas (la muerte de “La dama de las camelias” (1911); un duelo de “Hamlet “(1900) o escenas en las que es ella misma en su casa mostrando como vivía “Sarah Bernhart à Belle- Isle"(1912), pionera de los reality con gente famosa, concebido por ella hace ya más de un siglo.
Un dato no menor es que estaba filmando en su casa escenas de “La voyante” (1923) ya enferma pero jamás cediendo a sus males, quedaba exhausta y era frecuente que se desmayara -luego de una en especial, en la que puso toda su fuerza interpretativa- fue tal el esfuerzo que nunca se recuperó (y está filmada)...
Once días más tarde, el 23 de marzo de 1923 moría en brazos de su hijo Maurice quien dijo que su madre le manifestó su deseo de morir durante la filmación y quedar así como testimonio único de una muerte en directo.
Su relación con el cine fue atroz ya que cuando se vio por primera vez en 1900 se arrojó sobre el proyector como una fiera al que quiso tirar contra las paredes y destruir la película.
Luego,a instancias de su hijo,comenzó a darse cuenta de que era un medio nuevo que podía potenciar su carrera y sabiamente fue adaptándose, aunque nunca se sintió cómoda frente a una cámara.

A pesar de todos sus inconvenientes y peleas feroces  con camarògrafos, directores y técnicos, siguió mientras su cuerpo le respondió. 
Una curiosidad poco conocida, desde hace ya varias décadas tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.

La vida y su carrera

Nacida el 23 de octubre de 1844 como Henriette Rosine Bernard, su padre murió cuando ella tenía 13 años y su madre (que trabajaba en clubes nocturnos con el alias de Youle) la dejó a cargo de una tía, algo que nunca perdonó.
Jamás quiso saber de su madre desde entonces, e hizo su carrera sola, munida tan solo de un enorme talento natural, una personalidad muy fuerte y unas ganas irrefrenables de conquistar el mundo. 
Lo logró. pero no sin sufrir sangre, sudor y lágrimas.
Hay decenas de testimonios que dicen que su sola presencia en un escenario con su mirada color azul cobalto, su pelo rubio oscuro tirando al pelirrojo y su porte, ejercían un poder hipnótico y podía recitar lo que se le ocurriera que siempre sería ovacionada y esos aplausos eran su alimento vital.
Entró y salió de la Comédie Française con la que nunca tuvo una relación amable. 
Era un espíritu demasiado libre como para estar atada a una institución con siglos de tradición cuando ella venía a representar lo nuevo, un verdadero torbellino revolucionario en la escena francesa primero y mundial después.

La fama, el exotismo, la poca preparación, la audacia…

A medida que fueron pasando los años, ganaba en gloria y dinero pero aumentaban sus extravagancias en un comportamiento casi delirante.
Animales exóticos la acompañaban en sus giras, dormía cada tanto en un ataúd de palo de rosa que se había mandado construir especialmente y hasta consultó a los mejores cirujanos de su tiempo para implantarse la cola de una pantera que pudiera mover en escena. 
Es probable que ni ella creyera en semejante dislate pero todas estas noticias las sabía filtrar perfectamente a la prensa y eran consumidas con avidez por sus espectadores que la consideraban una excéntrica talentosa..
Visitó Montevideo en dos oportunidades,  alojándose en el Hotel Pyramides que hoy está siendo reciclado en Ituzaingò y la Peatonal Sarandì, frente a la Catedral y la Plaza Matriz.
Sufrió durante muchos años de ataques de pánico y miedo escénico, al punto 
de que en cada estreno aparecía en escena con una voz aguda, chillona e insoportable que sólo se iba acomodando pasados varios minutos. 
Ello explicaría por qué sus grabaciones fonográficas son tan malas, ya que a la pobre calidad de la técnica de entonces hay que sumarle el pánico de tener que grabar frente a unos enormes “micrófonos corneta “por los que sentía pavor…. 
De cultura pobre, amplió no obstante sus conocimientos  estudiando pintura y escultura. Escribió tres libros:”Ma double vie” (su autobiografía). “Petite idole” 
y “L´art du Théâtre: la voix, la geste, la pronontiation”, ayudada siempre por un "escritor fantasma" al que sometía a caprichos inauditos a cambio de un sueldo medianamente bueno y la prohibición absoluta de develar el secreto.
Fue amiga de Oscar Wilde y de Emile Zola, trató a Proust de quien nunca fue amiga y se codeó con toda la intelectualidad francesa de su época. 
Al comenzar sus giras mundiales (que podían durar más de un año) amplió esos conocimientos personales a niveles planetarios ya que fuese donde fuese se aseguraba que hubiera un periodista y un fotógrafo ( rentados secretamente) que siguieran sus pasos para luego enviar notas a diarios y revistas (muchas veces sugeridas por ella misma) que sirvieron para alimentar su fama. ¡Una pionera absoluta del self marketing!

La amputaciòn
En 1915 le amputaron una pierna luego de un accidente ocurrido mucho tiempo 
antes en escena- y que sólo logró un corto tiempo de depresión. 
Luego se dio cuenta de que podía seguir actuando con una prótesis en papeles que le exigían mínimos desplazamientos.
Así reinventó su carrera, eligiendo al detalle cada personaje y sus desplazamientos, que eran estudiados milimetricamente durante semanas o meses y que lograban disimular perfectamente la falta de la pierna.
Tuvo una vida fastuosa, extravagante, llena de desplantes y ovaciones. 
Fue la actriz más famosa del mundo en su tiempo.
Hizo publicidades de todo tipo en una época en que no era usual hacerlo y, por sobre todo, creyó en sí misma como nadie en un ejemplo de auto- convencimiento de sus valores que terminaron por creer todos.
Hoy poca gente la recuerda, y es solo una leyenda de una época que nunca volverá.
Copyright © EM


Sarah Bernhardt en su esplendor, oleo de Georges Clairin/1876- Musèe Carnavalet (Paris).

viernes, 27 de diciembre de 2013

Las pinturas en movimiento del señor Kubrick

 



Hacía 30 años que no la volvía a ver. 
Es que desde su estreno montevideano en el cine “18 de Julio” en 1976 nunca había logrado “atraparla” en sus infinitas retrasmisiones televisivas.
Barry Lyndon” (1975) de Stanley Kubrick sigue siendo una película monumental.
A comienzos de este año había comprado el DVD pero nunca llegaba el momento de tomarme 3 horas y 4 minutos para poder apreciarla de una vez en su totalidad.
El sábado pasado lo hice y debo decir que sólo me había quedado con imágenes inconexas. No la recordaba…
Kubrick  planeaba filmar una película sobre Napoleón pero llegó a la novela de William M. Thackeray luego de que otras ideas quedaran por el camino.

El reparto y la estètica
Tampoco quería a Ryan O´Neal  como protagonista sino que su elegido era Malcolm Mc Dowell (a quien había lanzado al estrellato global en “La naranja mecánica” (1971) pero coincidió con una pelea personal entre ellos y con que los estudios querían poner a O´Neal en un “papel épico” luego de su apabullante éxito en “Love story” (1970) que suponía iba a atraer a millones de fanáticas en el mundo entero (no fue así).
O´Neal (que tenía entonces 35 años) no está mal,  pero la voz no lo acompaña.  
Fue, sin duda,  su mejor trabajo en cine y su mejor momento vital si consideramos el despojo tremendo en que se ha convertido.
Para Lady Lyndon eligió a la modelo (y actriz) Marisa Berenson, quien había asomado en “Cabaret” (1972) y más brevemente en “Muerte en Venecia” (1971) una elección sabia para un papel que casi no habla, y sólo se limita a “posar” en bellísimos momentos.
El resto del enorme elenco está conformado por “viejos amigos” -que era lo que Kubrick prefería- como Patrick  Magee como el Chevalier de Balibari (era el escritor atacado en “La naranja mecánica”).
Las pinturas de Thomas Gainsborough o John Constable cobran aquí vida de la mano de Kubrick,  pero además hay referencias directas a Joshua Reynolds, Antoine Watteau o al grabador polaco Daniel Nickolaus Chodowiecki..
El vestuario (que ganó el Oscar) fue copiado minuciosamente de esas mismas pinturas y utilizó el “zoom” para lograr el efecto de aplanamiento en las imágenes.
En este sentido, llegò a usar en algún momento- la boda entre Redmond Barry y Lady Lyndon- un telón pintado con los personajes secundarios y parte de una iglesia como fondo de los protagonistas.
Las ya célebres escenas nocturnas de los juegos de cartas, iluminadas solamente con velas (que mandó hacer con el mismo tipo de materiales que se utilizaba en el siglo XVIII), siguen siendo deslumbrantes. Recordemos que la NASA le facilitó una lente Zeiss especial y película de altísima ASA que le permitió no utilizar (casi) iluminación eléctrica durante el rodaje.
El retrato de la Europa del siglo XVIII  es perfecto y  pocas películas lo han logrado con tal exactitud.
Las aventuras y desventuras de este hombre con pocos escrúpulos que va a ir trepando socialmente hasta su inevitable derrumbe final están narradas por una voz neutra, que va anunciando lo que inmediatamente va a suceder. Esto fue bastante criticado en su momento “un buen director de cine no necesita de narradores para enterarnos de lo que ocurre”. Hoy se puede comprobar que  suma y no resta a la acción.

La mùsica
Sabido es que Kubrick hizo componer partituras completas para sus películas  que después no utilizó.
Pasó con Alex North en  “2001,  Odisea del espacio” (1968) optando luego por compositores “clásicos” (¿Quién puede olvidar “Así hablaba Zaratustra” de Richard Strauss o “El Danubio azul” de Johann Strauss, hijo?).
Para Barry Lyndon se dice que quería a Nino Rota, el legendario compositor “de Fellini” desistiendo luego para utilizar unas Variaciones sobre la “Sarabande” de Haendel, el “Trío para piano” de Schubert compuesto en 1814 por lo tanto un anacronismo deliberado, y la canción tradicional irlandesa “Women of Ireland” en interpretación de The Chieftains. El resultado es perfecto.

Rodaje y gastos
El rodaje duró  más de 300 (extenuantes) días divididos en dos años, con pocas interrupciones.
Costó 11 millones de dólares, lo que hoy sería nada, pero no logró recaudarlo en su estreno norteamericano, fue un fracaso…


Si tuviera que elegir una escena sería la que Barry, enviado a espiar al Chevalier de Balibari, no puede hacerlo y rompe en lágrimas ante “el esplendor de aquel personaje soberbio”, un caballero pintado, de peluca empolvada, moñas de terciopelo y lunares provocados por el nitrato de plata. Tanto han cambiado los cánones de belleza masculina con el paso delos siglos.
Es una de mis películas preferidas, es una obra maestra de un creador mayor que pasarà a la historia como uno de los pocos que pudo viajar en el tiempo y fotografiarlo en maravillosas imágenes en movimiento. Un milagro que pudo lograr el señor Kubrick.
Copyright © EM

Una de las legendarias escenas nocturnas del juego de cartas.

viernes, 20 de diciembre de 2013

CHIQUITA, el tamaño es lo que menos importa…



El cine reciente tiene en sus repartos  a pocos/as liliputuenses. 
Tal vez la película que mayor cantidad de ellos tuvo en pantalla fue “El mago de Oz” (1939), donde una ciudad entera de personas pequeñas recibía a Judy Garland.
Era Munchkinland. 
Y la historia secreta (o no tanto) de Hollywood cuenta que los “munchkins” (las decenas de liliputienses reclutados para la misma) estuvieron verdaderamente fatales durante el rodaje y que sólo la mano severa de la gente de la Metro pudo hacer que se comportaran como se debe y dejaran de emborracharse o toquetear a las actrices.
Cuarenta años después en “El tambor” (1979) apareció la Signorina Roswitha (interpretada por la actriz Mariella Oliveri,  de la que poco o nada se sabe) quien  era la amante del protagonista- Oskar- y que muere al explotar una granada. 
De formas graciosas, de vestir impecable con su sombrillita es un personaje que no se olvida fácilmente.

Llega Espiridiona
Ahora, tal vez llegue al cine “Chiquita” la novela ganadora del premio Alfaguara 2008.
Escrita por el cubano Antonio Orlando Rodríguez relata, a modo de falsa biografía,  la vida de Espiridiona Cenda, una artista de variedades, y petite femme fatal de fines del siglo  XIX y comienzos del XX.
Medía 65 centímetros y firmaba autógrafos como “la muñeca viviente”.
Tuvo una vida de novela -literalmente hablando- y desde su Cuba natal se fue a Nueva York donde hizo carrera y hasta llegó a ser invitada la Casa Blanca.
Luego de más de un año de búsqueda y haber encontrado a la venta por internet  un “folleto biográfico” sobre Chiquita, nombre artístico de Espiridiona Cenda del Castillo, escrito a fines del siglo XIX, comenzó un largo trabajo en el que la realidad se  fue mezclando con la ficción.
5 años le llevó la investigación.
Para hacerlo aún más interesante el autor recurre a la narración de un personaje, a los cuentos de la propia Chiquita (famosa por lo mentirosa) y a muchos “pie de página” que pueden desdecir todo lo anterior…

¿Quién era?
Los datos reales nos dicen que Espiridiona nació en 1869 en la provincia cubana de Matanzas. No quiso entrar en el circuito de “ferias rodantes” que había en su época y que le aseguraban trabajo y dinero dada su estatura y sus “muy bonitas formas” si no que siempre se sintió una “artista” que merecía mayor respeto que el de ser “una atracción más”. Por ello se va a Nueva York y luego a Europa donde conoce y trata a figuras importantísimas de la cultura y el espectáculo.
No paró tampoco con su gran cantidad de romances. Aunque sólo se casó una vez con un joven norteamericano que vivió a sus expensas hasta que se separaron luego de una pelea feroz...
Hoy es difícil de imaginar que esta verdadera artista/ cortesana tuviera detrás toda una fila de posibles amantes muy ricos entre los cuales pudo elegir. Fue una alegre y desatada promiscua lindante con la ninfomanía, sin importarle nada,  pues a nadie debía dar cuentas...

Ese oscuro objeto de deseo
Hay que pensar que en esos años la mujer/ niña era un “oscuro objeto de deseo” y que en Buenos Aires las autoridades hasta tuvieron que clausurar  un burdel famoso por tener a sus pupilas “vestidas de escolares con tinta en los dedos de las manos…” y que era común (en Montevideo también) como me contó alguna vez el Profesor José Pedro Barrán,  que los maridos “regalaran juguetes y muñecas a sus esposas el 6 de enero”. La mujer/niña, pequeña, de voz infantil, de vestir gracioso sin importar la edad, era buscada con avidez sexual . Hoy nos parece aberrante,  pero fue así por décadas.
Ese morbo, que hoy nos llama a horror,  estaba muy presente en los hombres de entonces.
Si nos guiamos por el libro, Chiquita tuvo que ver con la independencia de Cuba, con algunas guerras, con alianzas imposibles y con encuentros impensados.
No hay que tomar todo en serio porque la gracia está en no saber exactamente, a través de las páginas que es verdad y que es fruto de la creatividad del autor.
“Chiquita es la gran historia de un sorprendente triunfo, de una época entre dos siglos y de lo que en esos años era la modernidad.
De sus grandes amores, de la gran hermandad secreta de enanos y liliputienses de la que Espiridiona formaba parte, de la magia y de los logros humanos” dice Antonio Orlando quien asegura que jamás soñó que este personaje le trajera estos reconocimientos tantos años después de haber sido olvidado casi completamente. Aunque en su época “fue verdaderamente famosa”.
El autor estuvo en Montevideo para presentar su libro en mismo año en que ganó el premio Alfaguara.
Resultó un hombre joven, culto, que sabe perfectamente sobre lo que escribe y lo hace notablemente bien.
Fue el  momento de preguntarle directamente que es verdad y que no lo es, y allí uno descubre que Antonio sabe a la perfección jugar al misterio…
Su colección de fotos de Chiquita es una delicia que tuvo la gentileza infinita de regalarme en perfectas copias..
En el secreto de su alianza con Chiquita basó su éxito y no lo va a perder por sus declaraciones, lo tiene perfectamente claro.
Lo que hay  que agradecerle es que escribió un libro apasionante,  rescatando del olvido a aquella mujercita de 65 centímetros que hizo arder (y rompió) tantos corazones hace más de 100 años.
Queda algo claro al final, las pasiones humanas, los amores y odios nos toman por igual a todos los seres humanos…
El tamaño es lo que menos importa.

Copyright © EM

Chiquita en una de sus postales promocionales a los 25 años de edad. Circa,  1894
Chiquita en foto promocional. Adoraba los abanicos c.1898

Chiquita con su esposo c. 1899


Chiquita mayor con peluca negra y moda de los años 20. Foto autografiada.



viernes, 13 de diciembre de 2013

Cuando Bagdad era un café.



Es un cuento de hadas que se desarrolla en el desierto de Mojave en Estados Unidos. 
Ese páramo aparentemente inanimado al sur de California y que se extiende por 124.000 kilómetros cuadrados.
Cuando llegó “Bagdad Café” (1987) a Montevideo, dos años después de su estreno mundial en el Festival Internacional de Cine de Río de Janeiro,  se convirtió, por derecho propio, en uno de los acontecimientos cinematográficos del año.
En ese entonces para nosotros, Bagdad era una ciudad muy lejana de la que poco escuchábamos hablar y no la babel invadida y repleta de terroristas de todos los signos e inocentes asesinados a mansalva como sigue siendo desde 1990. Tan poco tiempo pasó, tanto horror nos fue volviendo más insensibles que hoy pensamos que siempre fue una ciudad en ruinas...

Una actriz de peso y la música
El portento físico de Marianne Sägerbrecht y su natural ternura, conquistaron a todos/as y escuchar en la banda sonora la desgarradora  “Calling you” en la voz de Jevetta Steele fue tema de muchísimas conversaciones en los cafés montevideanos de entonces, que como sabemos, han desaparecido en su gran mayoría.
 La canción fue candidata al Oscar,  pero le ganó Carly Simon con el tema central de “Secretaria ejecutiva” (1988) en la que Melanie  Griffith estrenó un papel que ha intentado desde entonces clonar sin éxito.
“Bagdad Café” vista hoy,  26 años después, sigue manteniendo sus muchos valores. Tal vez mejorados por la gran cantidad de productos actuales carentes del tiempo necesario para pensar o deleitarse ante una escena.
Aquí no hay ni autos que se persiguen, ni explosiones, ni efectos especiales, ni asesinos seriales, ni monstruos temibles, ni siquiera estrellas de Hollywood (si exceptuamos a Jack Palance que lo es,  pero de segundo orden…).
La historia es simple, una turista alemana  luego de una discusión con su marido deja el auto para quedarse sola - con el equipaje equivocado-  en medio de la nada hasta que encuentra un local mezcla de motel y café al paso en ruinas, sucio, sin el menor encanto y con gente que tiene más problemas de los que puede soportar. Lo que nadie espera ocurrirá, y esa señora de trajecito sastre y sombrero con plumita, que habla muy poco inglés,  les va a cambiar la vida a todos/as y ella misma irá por impensados caminos de cándido erotismo y afectos a raudales.

La historia poco conocida de un éxito mundial
Originalmente titulada “Out of Rosenheim”, esta película del alemán Percy Adlon fue su mayor éxito y por el que se hizo famoso.
Adlon fue también el autor de la historia, junto a su esposa Eleonore y a Christopher Doherty.
Hoy queda claro que sin el reparto que tuvo, la película hubiera sido otra cosa. Tanto Marianne Sägerbrecht (como Jasmin Münchgtettner) y  CCH Pounder  (como Brenda) tampoco volvieron a tener  brillo en sus carreras posteriores.
Sägerbrecht con decenas de  películas más, sobre todos alemanas  o Pounder en series de televisión norteamericanas actuales como “The West Wing” o “The Shield”,  volvieron al nivel de sus notables interpretaciones en “Bagdad café”.
Las escenas en las que Jasmin posa para el pintor de decorados de Hollywood Rudi Cox (Jack Palance) en la casa rodante de este, son verdaderos cuadros vivientes de Fernando Botero,  desbordantes de ternura, aún en los osados desnudos.
El hijo de Brenda que obstinadamente se empeña en interpretar fugas y preludios de “El clave bien temperado” de Juan Sebastian Bach tampoco se olvida, así como las escenas de “limpieza” del sucio café por esa alemana rolliza y bella,  filmadas como un original video clip.

Cuando estirar un éxito lleva a su muerte
Luego del éxito de la película, vino la serie de televisión con el mismo nombre y protagonizada por Whoopi Goldberg (1990) como Brenda y en la que una gran actriz como Jean Stapleton hizo lo que pudo con el personaje de Jasmin.
Producto puramente comercial,  aprovechando el éxito del film, duró sólo 13 episodios.
En 2003 Adlon volvió con su historia ahora como un “musical” insólitamente estrenado (en inglés) en Barcelona con la cantante Jevetta Steele (la de la canción original del film) como Brenda y Melanie Vaughan como Jasmin. Desde entonces se han estrenado varias versiones europeas que fueron fracasos unánimes.
Es que pretender estirar un éxito hasta sus últimas consecuencias suele tener estos resultados.
Los cuentos de hadas ocurren una sola vez.
El “estado de gracia” en que se estuvo todo el elenco durante la filmación de 1987 es irrecuperable.
Ahora el DVD, titulado pomposamente “Edición especial” -sin que tenga otra cosa que una versión restaurada en colores y sonido- permite volver a disfrutar de la magia de aquel grupo de actores y un director que fueron tocados por eso intangible que se llama talento y plasmarlo en una película que sigue tan fresca  y hermosa como 26 años atrás.

 Copyright © EM

Marianne Sägerbrecht y CCH Ponder como Jasmin y Brenda, dos almas por el desierto en 1987.
http://youtu.be/oCLpLWcX2cg  Si quieres recordar la canción “Calling you” en la voz de Jevetta Steele simplemente tienes que hacer click en esta dirección. Vale la pena escuchar este llanto dolido e imponente.